lunes, 26 de diciembre de 2016

Dale otra oportunidad

Allá por el Paleolítico, un hombre de Neandertal  se disponía a entrar en su cueva. De repente, se encontró con otro ser que lo miraba quieto, con el ceño fruncido, la boca apretada, el cuerpo encorvado hacia delante en actitud desafiante, y con un objeto punzante  en la mano. El habitante habitual de la cueva, en solo 30 segundos, captó que aquel extraño era una amenaza para él, así que adoptó una postura defensiva, y se dispuso para la lucha por la protección de su territorio.


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La función de las primeras impresiones

Desde que el hombre habita la tierra, posee una tendencia innata a luchar por continuar viviendo. Teniendo en cuenta los peligros inminentes a los que se exponían nuestros antepasados, es obvia la utilidad de reconocer en milésimas de segundos características, gestos, o apariencias que podrían acabar con sus vidas.
Actualmente, este mecanismo ancestral sigue estando activo en nuestra especie, entre otras cosas porque nos sigue sirviendo para obtener una primera idea sobre la persona que tenemos delante y, en cierto modo, sigue siendo un mecanismo de defensa. Aunque las personas que nos rodean en el siglo XXI, no suelen aparecer con lanzas, simplemente con su actitud, sus movimientos, forma de vestir y todo el lenguaje verbal y no verbal, nos dan mucha información. Esta impresión es muy importante y en ocasiones, como en entrevistas de trabajo, es vital, puesto que no hay más oportunidades. El caso es que está demostrado que muchas veces acertamos, pero otras no… y es que las primeras impresiones están sesgadas por circunstancias  que involuntariamente ejercen de filtro, y que restan objetividad:

“Sesgos del observador”

  • Visión de la vida. Según la forma en que nosotros enfocamos nuestra existencia, tendemos a percibir las actitudes del recién llegado como afines u hostiles. Claramente aceptamos con  mayor agrado a las personas que consideremos que comparten nuestra filosofía de vida, y recelamos del resto,  a veces los percibimos como amenaza.
  • Características de personalidad: Obviamente una persona desconfiada por naturaleza no percibe igual a los demás que una confiada. Además hay personas que fijan su atención en todo tipo de detalles, importantes o no, y otras que obtienen una visión general. Estos son sólo dos ejemplos de factores personales que influyen en las primeras impresiones. 
  • Estado de ánimo. Todos sabemos que dependiendo de nuestro ánimo en el momento del encuentro, nuestra percepción del otro puede ser positiva, negativa o neutra…  
  • Información previa. Si antes de conocer a alguien, hemos oído hablar de ella  bien o mal, estamos claramente condicionados a la hora de conocerla. Buscamos evidencias que nos confirmen lo que nos han dicho.
  • Expectativas. A veces, cuando vamos a conocer a alguien con cierta imagen previa, esperamos que se confirme. Si por el contrario, el primer encuentro nos crea una impresión muy distinta,  nos contraría y nos despista.

“Sesgos del observado”

  • En las primeras reuniones, muchas veces el intento de agradar, de caer bien, da sensación de artificialidad. Por tanto el efecto en el observador es el contrario al deseado.
  • Desde luego el estado de ánimo del observado influye de forma importante. Las circunstancias en las que se conoce a una persona, a veces no son las mejores. Quizás nos parezca serio, quizás nos parezca antipático, e incluso mal educado. Pero en muchas ocasiones ignoramos situaciones que atraviesa que le hace desprender un ánimo sombrío, del que ni siquiera él es consciente. 
  • La importancia del contexto. No es lo mismo conocer a alguien en una reunión de trabajo, que en una fiesta con amigos. Todos cambiamos de leve a notablemente, según las circunstancias, y además es lógico, cada situación  requiere una actitud.

Al escribir este post me viene a la cabeza algo que oí en una reunión de amigos. La conversación giraba en torno a una persona, obviamente ausente en la reunión, conocida por dos de mis amigos. Uno de ellos no la tenía en gran estima, aunque solo había coincido con ella en una ocasión. El otro, sin embargo, intentaba convencerle de que la idea que se había hecho de la persona en cuestión era equivocada. Pero, tal como demuestran muchos estudios, las primeras impresiones tardan en desaparecer. La conversación terminó con la siguiente petición, que me parece una reflexión muy justa : DALE OTRA OPORTUNIDAD.

Vistas las circunstancias que acabamos de enumerar, está claro: a las personas hay que darle oportunidades . Hacer la cruz a alguien conociéndolo poco es atrevido, y si encima lo transmites a los demás es injusto. Si después de un conocimiento más profundo, no cambia tu opinión inicial, está claro que no existe afinidad, pero el respeto por los demás nunca se puede perder.  Todos conocemos personas que al cabo de los años, tras muchas experiencias vividas han cambiado para bien. Así que etiquetar y “bloquear” a alguien “para siempre”, es poco recomendable. La vida está llena de sorpresas, y de nuevas oportunidades. 

Termino con esta frase que se atribuye a Benjamin Franklin

“Se amable con todos,
 sociable con muchos,
 intimo con pocos,
 y enemigo de nadie.”

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Aceptemos a nuestros hijos como son


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"Aceptad a vuestros hijos como son"

Hace unos días, después de una  charla impartida por la directora del colegio de mis hijos,  me quedé con esta frase rondándome la cabeza, por lo sencilla y por lo importante que es. Y es que, los padres de hoy en día estamos generalmente muy involucrados en la educación de nuestros hijos. Además como, por suerte, tenemos acceso a mucha información, todos somos un poco pedagogos, profesores y expertos en educación. Ello aumenta nuestro nivel de autoexigencia como padres, porque leer lo que teóricamente más le conviene a nuestros hijos, nos hace ponernos el listón muy alto. Nos creamos grandes  expectativas, y nos imaginamos que gracias a nuestro “modelaje", nuestros hijos serán  excelentes estudiantes, deportistas, obedientes, ordenados, valientes, sociables, emprendedores, etc, etc. Y resulta que ponemos tanto empeño en ello, que cuando nuestro hijo no cumple nuestras expectativas,  nos decepcionamos.

¿POR QUÉ NOS FRUSTRAMOS?
  1. Porque nos lo tomamos como un fracaso personal. Nos hace cuestionarnos nuestra destreza como padres.  La influencia de los padres es mucha y vital, pero  nos olvidamos de que cada niño  tiene una identidad propia, y que sus conductas, gustos destrezas, talentos o carencias, son el resultado de sus características innatas  + el ambiente  y circunstancias que le rodean. Entran en juego por tanto, muchas variables, por encima de las expectativas y los deseos de sus padres.  
  2. Porque nos dejan mal…Aunque sea difícil reconocerlo, en una sociedad donde todo el mundo opina de todo, sentimos que nuestros hijos nos representan, y como nos cuesta desprendernos del que dirán, nos sentimos decepcionados, y en el punto de mira. Queremos que sean los perfectos invitados, y que su comportamiento sea intachable en cualquier circunstancia, sobre todo en público. Pero como la perfección no existe, meterán la pata una y mil veces…
  3. Porque  evaluamos a nuestros hijos bajo nuestra visión de la vida, que lógicamente  está condicionada por nuestra propia experiencia y nuestros años de aprendizaje, aciertos y errores. “Pero como puede mi hijo sacar unas notas mediocres, si yo sacaba todo 10…” Porque a tu hijo le cuesta concentrarse y aunque se esfuerza y va mejorando, no logra llegar a esas super notas por ahora. Sin embargo es imaginativo, creativo, sociable, generoso…
  4. Porque a veces el adulto proyecta en su hijo sus propias frustraciones infantiles, lo que quiso ser y no fue. “Me hubiera encantado ser un excelente violinista”. Bajo esta premisa, un padre decide apuntar a su hijo a violin. No olvidemos que hay cosas que nuestros hijos tendrán que hacer por obligación, pero en otras muchas hay que dejarles que opinen... necesitan espacio para desarrollarse.
  5. Porque comparamos continuamente. Los comparamos con sus hermanos, con sus compañeros de clase, amigos y primos. Los comparamos cuando consideramos a los otros mejores claro, porque  somos selectivos en las comparaciones, nos fijamos en el niño brillante en la cualidad en la que nos gustaría que nuestro niño destacase.

Cuando los padres no logran controlar su nivel de frustración,
 SOLO VEN LO NEGATIVO
Los niños  lo  perciben, lo sufren y
lo manifiestan así: 

  • Baja autoestima. Es difícil quererse a uno mismo, si no te sientes aceptado por tus padres, que son el primer punto de referencia desde que naces.
  • Rigidez. Son niños que están permanentemente mirando por el rabillo del ojo la reacción de sus padres ante sus resultados. Es triste pero muy evidente,  carecen de naturalidad, están encorsetados.
  • Rebeldía. Ante la falta de comprensión por parte sus padres, hay niños que se rebelan, y se comportan justo de la forma que sus  padres detestan. O eligen la afición que saben que más va a molestar a sus padres.
  • Tristeza. Hay niños que se apagan, que pierden ilusión por las cosas, puesto que perciben que hagan lo que hagan no consiguen alegrar a sus padres. He conocido chicas y chicos que no llegaron a la final de alguna competición, y no les importó lo más mínimo…Su única preocupación era la decepción de sus padres. Son niños angustiados.

Los padres tenemos la obligación de educar a nuestros hijos, enseñarles y servirles de ejemplo. Pero para hacerlo lo mejor posible, es básico conocerlos y estar orgullosos de ellos. Todos tienen MUCHO positivo. Incluso lo que nos hace más difícil educarlos, ES VALIOSO. No existen niños perfectos, ni familias con todo bajo control. Así que en el mayor de nuestros retos , educar a nuestros hijos, no debemos perder la perspectiva:
 ¿Que nuestro hijo no para de moverse? Nos tocará enseñarle a relajarse y a ser paciente, pero está claro que es y será un niño fuerte y ágil.
 ¿Que se distrae mucho en clase? Tendremos que enseñarle estrategias para prestar atención y asumir que deberá reforzar fuera de clase, hasta que coja el ritmo. Sin embargo seguro que es un niño con una creatividad y una imaginación envidiables. Saquemos partido a estas cualidades, son importantísimas para el aprendizaje.
 ¿Que nuestro adolescente es reivindicativo? Tengamos por seguro que tendremos que negociar continuamente, ( lo que sea negociable claro está). Es muy cansado desde luego, pero es señal de que tiene espíritu crítico y opinión propia, aptitudes fundamentales para desenvolverse en la vida.
 ¿Que pelea por estar todo el día con sus amigos fuera de casa? Pues le tendremos que dar una de cal y otra de arena, y atarlo corto cuando sea necesario. Pero no olvidemos que es una suerte ser sociable, le abrirá muchas puertas.

Muchas de las características que nos gustaría cambiar en nuestros hijos,
 otros padres las desearían para los suyos.  

 NUESTRA META
Aceptar la originalidad de nuestro hijos, sin cuestionarlos continuamente. 
Solo de esta forma podemos 
descubrir las herramientas mas eficaces para su formación.
 No soñemos con lo que nos gustaría que fueran, valoremos lo que son. 
A  partir de ahi, ayudémosles a manejar su temperamento, 
sus preferencias e intereses de la manera mas sana posible. 

  


miércoles, 23 de noviembre de 2016

Adolescentes y Alcohol

Que una conducta sea frecuente, no significa que sea correcta o deseable.

En esto creo que todos estamos de acuerdo. Sin embargo en lo que al ALCOHOL  se refiere, no todos somos consecuentes con esta evidencia. Muchos padres de adolescentes aceptan que sus hijos beban los fines de semana, en fiestas y eventos especiales, “solo una copita", que por cierto raramente se queda ahí. Con el alcohol se ha producido en la sociedad un gran cambio en las últimas décadas: no solo se ha adelantado alarmantemente la edad de inicio, sino que además ha aumentado drásticamente la cantidad de alcohol que se ingiere. La sociedad lo ha ido aceptando como normal, de forma que hasta que no se produce un hecho grave, no saltan las alarmas… quizás porque muchos padres piensan que sus hijos están seguros,  pero la realidad es que ningún adolescente está exento de este riesgo. 

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Para escribir este artículo, me he puesto en contacto con PROYECTO JOVEN, la sección especializada en adolescentes de PROYECTO HOMBRE. Además de ayudar a jóvenes que ya tienen un problema de  abuso o de dependencia grave, se dedican a informar  y asesorar a adolescentes  y a padres que no saben como abordar este tema, por lo que  están totalmente inmersos en la realidad del consumo entre los adolescentes del S. XXI. Ellos nos recuerdan que el ALCOHOL, por mucha aceptación social que tenga, no deja de ser una DROGA, que además de afectar a la salud a corto y a largo plazo, es un desinhibidor  que  pone a los chicos en situacines de riesgo, y los acerca  hacia la experimentación con otras sustancias como los porros, la cocaína y las pastillas.

De este modo no dudan en insistir:

TOLERANCIA CERO ANTE EL ALCOHOL EN ADOLESCENTES. 
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“Para que beban fuera, que beban en casa”

En conversaciones con padres preocupados por el tema, en más de una ocasión, me he encontrado con familias que con la mejor intención, consideran que beber con sus hijos, es una forma de enseñarles un consumo “sano” y prevenir problemas mayores. Eduardo Sánchez-Pizjuán, terapeuta de Proyecto Joven, explica que es una actitud equivocada y contradictoria. Permitiendo que beban en casa bajo supervisión paterna, estamos dando nuestra aprobación. Los chicos pierden el respeto al consumo de alcohol, una sustancia que, ya sea bebida en casa o en la calle, tiene un efecto muy negativo en el adolescente, que todavía está en pleno proceso de maduración. 

Tipos de consumo de alcohol

  1. Experimental: Consiste en probar el alcohol.
  2. Ocasional: Son personas que solo beben en ocasiones “especiales”: fiestas, ferias y eventos.
  3. Abusivo: Son consumidores habituales. No tienen por qué beber a diario, pero el alcohol forma parte de sus vidas. Aquí entran los bebedores de fin de semana.
  4. Dependencia: En este punto están las personas que no pueden vivir un día sin consumo de alcohol. En raras ocasiones se da en adolescentes, ya que se requiere un largo tiempo de consumo abusivo para desarrollar dependencia.          
Evidentemente no todo el que empieza probando el alcohol acaba siendo dependiente, 
pero también es evidente, 
 que el que acaba siendo dependiente, empezó experimentando.

 Proyecto Joven nos recuerda que todo consumo en adolescentes debe ser corregido,
pero si se llega al CONSUMO ABUSIVO,
 debemos ocuparnos seriamente
 y pedir ayuda profesional.

  Efectos del alcohol sobre el cerebro adolescente:

  • Disminución de la memoria: Un adolescente que abusa del alcohol (recordamos que aquí entra el consumidor de fin de semana), tiene una capacidad hasta un 10% menor de retener información en comparación con uno que no bebe.
  • Pérdida de atención. El consumo continuado afecta significativamente al mecanismo que permite a la mente sostener su interés en elementos externos.  
  • Disminución de la capacidad para tomar decisiones. Un chico en estado etílico, pierde notoriamente la capacidad de elegir ante todo tipo de situaciones. Ello es muy alarmante,  ya que justo cuando beben, es cuando se suelen encontrar ante dilemas que necesitan lucidez: relaciones sexuales, acercamiento a personas peligrosas, conducir,  tontear con otro tipo de drogas...
  • Debilitamiento del control de impulsos: Perder la capacidad de frenar los impulsos del momento, puede traer consecuencias serias, como violencia, peleas entre adolescentes, maltrato... En resumen reacciones desorbitadas que en otras circunstancias no se darían. 
La clave está en la prevención
  1. Asumamos que cualquiera de nuestros hijos, salvo que lo mantengamos encerrado hasta los 18 años en casa, va a estar en contacto con el alcohol. Asumamos también que un tanto por ciento muy grande de ellos va, como mínimo, a probarlo. Este análisis de la realidad “con los pies en la tierra”, es el punto de partida para formar a nuestros hijos. No miremos para otro lado. Aceptar la realidad nos permite ponernos manos a la obra con serenidad.
  2. En segundo lugar,  los adultos debemos convencernos de una vez por todas de la negatividad del consumo abusivo de alcohol. Se da la circunstancia, de que los padres de los actuales adolescentes, fuimos las primeras generaciones que vivimos un cambio en el uso y abuso del alcohol. Ello  tranquiliza erróneamente a muchos padres, porque el que más o el que menos, ha sido testigo de grandes borracheras de fines de semana, o lo ha vivido en primera persona. Sin embargo, desgraciadamente, todos conocemos a algunos que perdieron el control con consecuencias desastrosas.  ¿Quien te asegura que tu hijo será capaz de parar a tiempo, controlar su conducta y no desarrollar una dependencia? NADIE.  Volvemos a lo mismo, es una DROGA, que como tal produce dependencia física y psicológica.
  3. Una vez que nosotros tengamos claro que un adolescente no debe beber alcohol, recordemos que hasta los 18 años es incluso ilegal, transmitamos a los niños los efectos nocivos de esta sustancia. Es peligroso que asocien la borrachera exclusivamente  con la diversión. Y para ello utilicemos el arma más eficaz en educación: COMUNICACIÓN PADRES - HIJOS.
  4. Muchos adolescentes beben por pertenecer al grupo, por mejorar sus relaciones sociales o por perder la timidez. Forjemos desde la niñez la autoestima, las habilidades sociales y la seguridad en ellos mismos. Nuestra meta: Que no necesiten beber para relacionarse con sus iguales.
  5. Fomentemos desde pequeños aficiones saludables, que les mantengan ocupados y les diviertan de forma sana. Un  niño que practica un deporte todos los sábados temprano, se pensará mucho excederse con el alcohol el viernes…Para conseguir que se aficionen, deben empezar desde pequeños. Es muy difícil que tu hijo se comprometa con el deporte, la música, el  teatro o cualquier otra actividad, de la noche a la mañana.
  6. Pongamos normas claras en casa, y seamos consecuentes: Los adolescentes deben tener un horario de llegada a casa acorde con su edad. Además, tenemos que comprobar el estado en el que llegan y si detectamos alcohol, debe haber consecuencias.
Y siguiendo con la prevención, son especialmente recomendables las charlas que Proyecto Joven imparte en colegios e institutos, tanto para alumnos como para padres. Y si a pesar de toda la información que tu hijo recibe,  llega un momento en que la situación se complica,  no dudes en pedir ayuda profesional.

 Os dejo con un folleto de Proyecto Joven, con la tranquilidad de que están ahí para asesorar y ayudar cuando sea necesario. Ante la duda, no dejes pasar el tiempo, ponte en contacto con quien realmente sabe.

Proyecto Joven

C/ VIRGEN DEL PATROCINIO, No 2,

41010, SEVILLA

Telf: 954339440

E-mail: proyectojoven@proyectohombresevilla.com web: www.proyectohombresevilla.com 



lunes, 14 de noviembre de 2016

La agresividad infanto- juvenil. Tarea de todos

Cada poco tiempo nos llegan noticias de violencia infanto -juvenil que nos dejan sorprendidos y preocupados. Algunos consideran que es algo que siempre ha pasado, y que la diferencia está en que ahora se graba, se televisa y se denuncia. Otros consideran que es algo nuevo, que se nos va de las manos. Puesto que no se trata de simples discusiones entre niños, que efectivamente forman parte de la normalidad, no debemos perdernos en identificar en que momento histórico empezaron a producirse.  Lo importante es que a día de hoy, hay niños que sufren desmesuradamente a causa de otros, y hay niños que son causantes de dolor y  a los que parece no importarles.

El otro día una muy buena amiga mía me decía:
 Si mi hijo fuera víctima de otro niño lo pasaría muy mal,
 pero si fuera mi hijo el causante de dolor, creo que lo pasaría aun peor…

Esta debe ser la actitud de todos, pues cuando un niño hace sufrir de esa forma a otro, algo va mal… algo hay que cambiar. Gracias a Dios nada está perdido, siempre estamos a tiempo de rectificar en educación, pero es vital aceptar la realidad, y ponerse manos a la obra.

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¿ En que momento aparece la agresividad en los niños?

Entre los 2 o 3 años los niños pueden empezar a pegar, forma parte de su proceso evolutivo y su relación con el medio; es como llevarse todo a la boca, manipular cualquier objeto y experimentar. Es una conducta que surge en un intento de conseguir lo que se proponen, o de captar la atención de alguien. Por tanto es algo normal, pero que como muchas otras conductas que irán apareciendo, tiene que ser corregida, pues de otro modo, el niño asociará la agresión con una consecuencia positiva: “pego y consigo que me den el juguete, así que seguiré pegando”. Durante la etapa de primaria, empieza a aparecer la violencia tanto física como verbal por venganza, por celos y por un mal manejo de emociones.  Y ya  en la preadolescencia y adolescencia se producen picos de violencia, que un niño que ha aprendido en la niñez, sabe controlar en la mayoría de la ocasiones, dependiendo de la situación.

Factores que mantienen conductas agresivas a lo largo del tiempo

  • Sobreprotección durante la infancia. Por un lado, los niños que no son corregidos tienen muchas probabilidades de ser adolescentes agresivos. Así que lo que de niños era algo inofensivo, se convierte en un problema de relación. Por otro lado, el niño que ha tenido todo solucionado siempre, no ha aprendido estrategias para resolver sus problemas, luego ante las dificultades, utilizarà conductas propias de la primera infancia: pego para conseguir algo.
  • Estilo educativo en la familia: Es un hecho contrastado que en familias donde la disciplina es agresiva, los niños aprenden a relacionarse de esa forma. Si queremos corregirles para que no peguen a los demás niños, no podemos utilizar esa  misma violencia como castigo, es incoherente, estariamos diciendo una cosa, pero haciendo otra, y como sabemos, el ejemplo es el mejor educador. 
  • La desensibilización de los niños respecto a la violencia. Un niño que presencia continuamente actos violentos, ya sea en directo, en películas, o video juegos, tiene cada vez un umbral de tolerancia a la agresividad más alto, es decir, cada vez le afectan menos los actos violentos a sus alrededor. 
  • El factor genético también influye. El prestigioso neurcientífico Joaquin Fuster, considera que parte de la conducta poco social de los niños y jóvenes se justifica por una corteza prefrontal que aún no ha madurado lo suficiente. 

 ¿Que intención tiene un  adolescente violento?

  • Conseguir algo: Estos son los niños que no ha aprendido a negociar, y que solo saben relacionarse de esta forma. Deben aprender que hay otras formas más eficaces de conseguir lo que se proponen. Son niños que valoran mucho la ayuda, pues suelen estar aislados, son difíciles de tratar.
  • Conservar el rol adquirido entre sus iguales. Son niños que son considerados “matones” dentro de su grupo de iguales y ello les reporta beneficios y poder. Suelen actuar en grupo. Desgraciadamente han encontrado su hueco entre los demás niños de esta forma. Es un círculo que hay que romper, y reconducir  al niño individualmente para solucionarlo.
  • Defenderse de un mundo “hostil”. Son niños que perciben las circunstancias que les rodean como peligrosas, aunque el hecho no vaya dirigido contra ellos, o no tenga mala intención. Ello les hace estar continuamente a la defensiva. Este tipo de niños suele estar muy condicionado por experiencias pasadas. Deben aprender a interpretar certeramente la realidad. Para ello se suelen utilizar terapias cognitivas con buenos resultados.
  • Ver sufrir a alguien. Este tipo de niño disfruta viendo que una persona lo pasa mal. Suelen actuar solos, pues su afán no es otro que ver sufrir. Es el menos común, pero obviamente el más preocupante, necesita ayuda profesional inmediata. 


Evitar esta violencia es trabajo de todos. Debemos enseñar empatía desde pequeños: si eres capaz de ponerte en el papel del otro, evitas hacer cosas que le hagan daño. Es una forma de salir de uno mismo y ser sensible a las circunstancias de los demás. Tanto adultos como niños debemos actuar cuando vemos actos agresivos en plena calle. Debemos enseñar a nuestros hijos que avisar a un adulto de lo que está pasando no es “chivarse”, sino ayudar,  pues de otra forma el hecho no trasciende. 
Como parte de la sociedad, debemos admirar y fomentar los líderes que aportan paz y sensatez. Si nosotros lo hacemos, nuestros hijos valorarán más a sus compañeros pacíficos, y no permitirán que ningún “matón”  se convierta en líder.  No es cuestión de culpar a nadie, sino de trabajo en equipo…

"Las paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea de todos"
                                                                                                Juan Pablo II


martes, 25 de octubre de 2016

Pongamos límites

"La libertad es solo parte de la historia, la mitad de la verdad".
                                                                                                                                          Viktor Frankl

Efectivamente no hay libertad sin responsabilidad,  ni responsabilidad sin libertad. Este juego de palabras filosóficas, es básico para el hombre: sin libertad no existe posibilidad de elección responsable, y sin responsabilidad, no se puede decidir libremente, pues nos exponemos a dañar a alguien, algo o a nosotros mismos. 

Por tanto libertad y responsabilidad van siempre unidas, y en estas dos realidades debemos basar la educación de nuestros hijos.  

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Durante las últimas décadas, hemos pasado de una educación autoritaria en la que el niño no tenía posibilidad de opinar, a una corriente en la que el miedo a traumatizar a los hijos ha convertido a muchos padres en supuestos amigos de sus hijos. Sin embargo viendo los frutos recogidos, se está empezando a reaccionar hacia una postura intermedia, ni tiranía, ni amistad: los padres somos padres, fomentamos la confianza con nuestro hijos y somos muy cariñosos, pero también ponemos normas, sin miedo a minar la autoestima o el ánimo de nuestros hijos. Por el contrario, los niños sin límites se sienten inseguros, pues no están preparados para ciertas decisiones y se les hace grande el camino. Además como es lógico, suelen elegir las opciones más fáciles o más apetecibles, y cuando llegan a la adolescencia se convierten en niños que no toleran un no, y cada vez quieren más. Ya en la adultez se chocan de golpe con la realidad:

 Nadie puede hacer lo que quiera en cada momento,
 eso no es real.
Todos nos regimos por una serie de normas  
en todos los ámbitos de nuestra vida.
 Ello protege la libertad de los demás y hace posible la nuestra. 

Por tanto, un niño que ha sido educado sin límites, no está preparado para la vida adulta. En anteriores posts, hemos visto que nuestra función como padres no es otra que prepararlos lo mejor posible para desenvolverse en el mundo de forma autónoma y madura. Ahora añadimos: y para tomar decisiones libres y responsablemente. 

Pongamos límites

  • Se debe empezar desde la niñez. Nunca es tarde para reconducir la conducta de una persona, pero se complica a media que crecemos.
  • Es necesario conocer bien a los niños, no todos tienen las mismas necesidades. Por poner un ejemplo, durante la adolescencia, mientras que a unos hay que ponerles hora estricta de llegada, a otros hay que empujarlos a salir de casa…Ser justos no es ser igual con todos, lo cual es dificilísimo en una familia con varios hijos, pero así es.
  • Es importante que los niños sepan el por qué de cada norma, que le encuentren el sentido. Ello no implica que las acaten sin rechistar, en el papel de padres van incluidas “las discrepancias” con los hijos.
  • Las normas deben ser acordes con la edad e ir cambiando a medida que van creciendo. Es algo obvio pero difícil cuando se van haciendo mayores. Como padres nos cuesta saber hasta donde llegar y aceptar que van necesitando su espacio.
  • El incumplimiento debe tener una consecuencia relacionada con el hecho. En ocasiones es difícil encontrar la relación, se debe buscar entonces alguna consecuencia que sea efectiva.
  • Aunque difícil, debe ser una premisa guardar siempre la calma. Cuando uno está excesivamente enfadado, hace o dice cosas de forma impulsiva que no son adecuadas. Como los padres también estamos aprendiendo, cuando nos alteremos más de la cuenta y nos equivoquemos, debemos pedir perdón, es una buena lección para los hijos.
  • Las normas deben estar basadas en valores y principios. Tienen que ir unidas  a la formación a través del diálogo y el ejemplo,  de otra forma serían incongruentes. Debemos dedicar tiempo a educar, ningún límete es efectivo sin una base.
  • Cuando los niños se van haciendo mayores, se les pueden dar dos alternativas, y que ellos elijan entre esas opciones. Es la forma de enseñarles a tomar decisiones pero bajo una supervisión paterna. 
  • Debemos evitar dar una importancia primordial a los estudios. Estos son solo una parte de su educación, y si la convertimos en la fuente principal de exigencia, creamos un ambiente de competitividad y de estrés que no favorece el crecimientos de otros valores igual o más importantes, como la amistad, la solidaridad, el respeto etc… 

¡Cuidado! Una casa no puede ser una fuente de estrés continuo y por desgracia pasa con frecuencia. Cuando queremos que todo salga perfecto nos centramos en todos los detalles y por tanto las discusiones son frecuentes, eso no es sano ni educativo. Debemos asumir que la perfección no existe y que donde conviven varias personas, debe haber flexibilidad. Por ello, dejo para el final un punto muy  importante para la convivencia: Es preferible tener un número limitado de normas, muy claras e importantes. Normas en las que nos podamos mantener firmes.



miércoles, 12 de octubre de 2016

Pequeños líderes

Reconozco que me llevó un tiempo liberar la palabra liderazgo de prejuicios. Cuando oía hablar de “educar para el liderazgo”, se me venían a la mente únicamente los líderes poderosos que en apariencia tenían el mundo en sus manos, y como tal se comportaban. Sin embargo, al cambiar mi punto de referencia hacía personas carismáticas, sin más poder que el que les daba su capacidad de mover masas a través del ejemplo y de la palabra, comprendí que la visión de liderazgo que tenía era muy pobre, parcial y sesgada, y entendí el valor de preparar a los niños y adolescentes para ser líderes. 

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En el mundo que a nuestros jóvenes les ha tocado vivir, 
distinguirse por tener criterio propio es una fortaleza,
 y ser capaz de transmitirlo y contagiarlo,
 es un valor para la sociedad.

 A lo largo de mi experiencia me he encontrado con muchos niños y niñas con un liderazgo natural que les hace ser referente entre sus iguales. Es fundamental dirigir esa habilidad hacia el bien. Un joven que movilice a sus iguales, que les transmita pasión por lo que hacen, que les sirva de ejemplo positivo, es una ayuda enorme para el buen funcionamiento de un grupo, es una joya que tenemos que aprovechar.

¿Que hace que un niño sea líder?

Partiendo de una base innata, la mayoría de los rasgos de personalidad de un niño se desarrollan a través del trato voluntario o involuntario de sus padres y personas cercanas, y de las experiencias vividas. Tienen más posibilidades de liderazgo, aquellos niños que han sido tratados como potenciales seres independientes, evitando la sobreprotección.

  • Tienen un alto grado de empatía, comprenden las emociones de los demás y son capaces de ponerse en su lugar. Son niños a los que se les ha dejado expresar sus emociones, esto ha favorecido su autoconocimiento y por tanto, el de los demás.  
  • Saben perder. Curiosamente los líderes no siempre son los brillantes de la clase. El niño que es siempre un triunfador, tiene muy baja tolerancia a la frustración, porque no ha aprendido a perder. Sin embargo un líder tiene que “tirar” de los demás especialmente en las situaciones complicadas, por lo que es fundamental que no se hunda ante el fracaso.
  • Se esfuerzan. Para conseguir sus metas han tenido que trabajar y se les ha ayudado a ver los frutos de su esfuerzo. 
  • Son decididos. Se les ha permitido tomar pequeñas decisiones, han podido opinar, y se ha valorado su punto de vista.
  • Son capaces de expresarse ante cualquier grupo. Han tenido oportunidad de hablar en publico en situaciones cotidianas, por lo que no tienen miedo. 
  • Son responsables. Saben que toda conducta tiene su consecuencia. Han asumido sus responsabilidades desde pequeños y por tanto han aprendido a pensar antes de actuar.
  • Saben trabajar en grupo. Aunque tiendan a asumir el mando de forma natural, valoran y tienen en cuenta las opiniones de los demás, y saben quedarse a un lado cuando es necesario. Han desarrollado esta habilidad a través de situaciones que requieren un trabajo de equipo para conseguir una meta.  
  • Miran la vida con OPTIMISMO.

En definitiva son niños y adolescentes con un alto grado de madurez,  con los que los demás quieren estar y en los que confían. Se han ganado un lugar primordial, ya sea en su grupo de amigos, su clase, su equipo o liderando un proyecto solidario.No importa el número de personas que consigan mover, lo importante es que son una influencia positiva.

Hoy termino con el fragmento de una entrevista a Nando Parrado, superviviente del accidente de avión ocurrido en los Andes en 1972. Hace unos años tuve la oportunidad de asistir a una conferencia suya en el congreso de la fundación Lo Que De Verdad Importa. Llegué a la conclusión de que se convirtió en líder en esta dramática situación, además de por su decisión y su capacidad de reponerse ante la adversidad, porque supo sacar de cada miembro del equipo una habilidad, para que todos tuvieran su papel,  de esta forma evitó la pasividad, y contagió energía.

 Es un ejemplo de líder que no buscaba serlo, y sin proponérselo,
 consiguió movilizar al grupo.
(6 minutos)









sábado, 1 de octubre de 2016

"No sé de que se trata pero me opongo". La comunicación padres-adolescentes

“No sé de que se trata pero me opongo” 

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Esta cita de Unamuno expresa la negación a toda posibilidad de acuerdo. Podría ser el resumen de la actitud de muchos adolescentes que desconcierta a sus padres, que muchas veces se preguntan donde está ese niño dulce y alegre que contagiaba a los demás.  Pero para consuelo de todos, se trata de una fase más del desarrollo de las personas,  una época llena de posibilidades, donde los niños afianzan todo lo sembrado durante la niñez y empiezan a despegar por ellos mismos,  a desplegar sus alas. No todos los padres están preparados para ello,  pero así debe ser, no podemos olvidar que nuestra función es prepararlos para la vida.  Si eres padre de adolescente, prepárate para formar desde la retaguardia, es lo más importante que podemos dejarles, una formación sólida que les ayude a tomar decisiones por sí mismos en momentos difíciles. 
En posts anteriores hemos hablado de la comunicación padres - hijos. Es un tema tan importante, que merece un artículo, así que hoy vamos a dar pistas para una comunicación fluida. Nos centraremos en los adolescentes,  pero no olvidemos que la confianza se forja en la niñez, si no se dedica tiempo durante esta etapa, lo que viene después se complica.

 “Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para enseñarnos que vale más oír que hablar”
Esta reflexión del filósofo griego  Zenón de Elea nos viene “al pelo” . Una conversación en la que uno habla, habla, habla, sermonea, y sigue hablando, es por definición estéril: no tiene efecto alguno.:
Ejerzamos la ESCUCHA  ACTIVA,
un estilo de comunicación que demuestra al hablante que el oyente lo está entendiendo. 

  • Contactar visualmente. Para ello es importante centrarse en la conversación. Si mientras nuestro hijo nos habla de un tema que para él es importante estamos cocinando, pendientes del móvil o intentando hacer cualquier otra cosa a la vez, el adolescente ( y cualquier persona) percibe que lo oyes, pero que no le das importancia a lo que te cuenta. Resultado: cada vez te contará menos.
  • Aceptar y reconocer sus emociones. Si nos cuenta lo triste que está por algún suceso, por muy trivial que a nosotros como adultos nos parezca, debemos hacerles ver que comprendemos su estado de ánimo. Para ello es aconsejable decirle directamente que lo entiendes, y sobre todo evitar frases del tipo: ¿por esa tontería vas a llorar? Ayuda recordar como se sentía uno mismo cuando era adolescente. Los adultos dejamos de sufrir por “ tonterías” porque hemos aprendido a través de la experiencia. Ahora son ellos los que están aprendiendo.
  • Prestar atención a los mensajes no verbales. A veces nos da  más información de una persona lo que no está diciendo:  sus gestos,  su mirada etc… que lo que expresa de forma verbal.
  • Evitar interrupciones. Dejar que terminen las frases. A veces ocurre que mientras ellos hablan nosotros estamos pensando que decir y estamos deseando soltarlo… A muchos adolescentes les cuesta lanzarse a hablar, y si les interrumpes, pierden fuerza. 

A esta edad ocurre algo nuevo para ellos y para los padres: empiezan a ser capaces de razonar. Lo que hasta ahora era blanco o negro, ahora tiene matices, por ello se producen los choques. Ya no se conforman, porque hay más posibilidades. Lo que dicen los padres y profesores pierde fuerza. 
Pero ello lejos de ser malo, es señal de madurez. 

  • Propicia momentos de conversación. Hay niños que hablan sin parar, y otros que no “sueltan prenda”. Hay familias en las que unos hablan mucho y otros nada. Por ello debemos estar atentos y buscar momentos en los que el adolescente se sienta cómodos para “charlar “ de sus cosas a solas con su padre o su madre de forma natural, lo que menos les ayudar es un “siéntate, vamos a hablar”.  Ir con ellos de compras, viajes en coche, paseos… cualquier situación es aprovechable.
  • Valora sus puntos de vista. Aunque no estés del todo de acuerdo, el hecho de que tenga su propia opinión es fruto de una reflexión, y eso es elogiable. Un niño reflexivo, escucha con atención tu opinión, y ,aunque al principio no este de acuerdo, te sorprenderá el día que menos te lo esperes defendiendo lo que tu quisiste transmitirle. Lo que les dices nunca cae en saco roto, siempre que lo digas con sosiego y no como resultado de un enfado.
  • Negocia con ellos. Como norma la mayoría de los adolescentes van a intentar salirse con la suya. Muchas veces los planes de los niños de su edad nos asustan tanto, que nos cerramos en banda antes de oírlos.  Tu eres el adulto,  sabes mejor que ellos lo que les conviene, pero escucha sus planteamientos, tu vida no puede ser una pelea continua con tu hijo.  Mi lema para estos casos: una de cal, otra de arena.

Y para terminar una cita de Platón que me hizo mucha gracia cuando la leí. 
Es como si Platón viviera hoy en día entre nosotros…

¿Qué les pasa a nuestros jóvenes? No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres. Ignoran las leyes. Hacen disturbios en las calles inflamadas con pensamientos salvajes. Su moralidad decae. 
¿Qué será de ellos?

 (Platón 400 a.c)

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Motivar a los adolescentes

Cuentan, que allá por la Edad Media, se estaba construyendo una catedral en una gran ciudad. Un día, un viandante pasó por la gigantesca obra, aún en sus inicios, y le preguntó a uno de los trabajadores: “¿Que está usted haciendo?”. A lo que este contestó: “¿no lo ve usted?, estoy picando piedras, bajo este sol abrasador, y durante largo tiempo. Este trabajo va a acabar conmigo”. Siguió caminando y volvió a hacer la misma pregunta a un grupo, y uno de ellos respondió: “Estamos haciendo un muro, las piedras pesan mucho y nuestras espaldas están molidas” . Al final de su camino, encontró a otro obrero al que le repitió la pregunta. Sin embargo este último, igual de sudoroso y sofocado que los demás, respondió con los ojos muy abiertos: 

“Estoy construyendo una catedral”

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Esta historia, ilustra de una forma muy gráfica por qué a muchos adolescentes les cuesta encontrar algo que les motive. Los adolescentes no tienen una visión de futuro a largo plazo, por lo que sus actos tienen como referencia el futuro inmediato o en el mejor de los casos el medio plazo. Es una etapa más de su desarrollo como personas,  es muy difícil que un niño de 13 años tenga un proyecto de vida… es una cuestión de madurez, y cada persona tiene un ritmo madurativo diferente. Poco a poco empiezan a comprender las implicaciones que sus deseos y conductas presentes tendrán en su vida adulta. Algunos lo consiguen rápido, otros tarde y otros nunca…

Y claro está, teniendo esto en cuenta… 
estudiar puede significar para algunos adolescentes PICAR PIEDRAS…
 y puestos a picar piedras sin ningún sentido,
se está más a gusto tumbado en el sofá con el móvil.

¿Que factores influyen en el ritmo madurativo?

  • Como en todo, hay una base innata, biológica, por la que unas personas maduran antes que otras.
  • Pero existe otra parte importantísima que es el aprendizaje a través de experiencias. 

Sobre la base biológica podemos influir poco, pero sobre el aprendizaje, tanto padres como profesores, tenemos mucho que hacer para ayudarles a que vayan adquiriendo una visión de la vida que requieren

Esfuerzo, Voluntad,  Compromiso, y Pasión. 

Veamos que podemos hacer: 
  • Deben aprender que en la vida uno hace cosas por placer y otras por “obligación”. Por ejemplo, se les puede asignar una función en casa y en el colegio. De esta forma aprenden que forman parte de un grupo, luego tienen una responsabilidad; si ellos no colaboran, las cosas no marchan. Tienen que hacerlo independiente de si les gusta o no su función. 
  • Desde pequeños debemos intentar que tengan un mundo rico. Esto implica proporcionarles experiencias que despierten en ellos interés y curiosidad, y que les permita conectar lo que estudian con "la vida real". Mientras más cosas conozcan, más posibilidades de encontrar algo que les motive. Cuando un adolescente está interesado en algo, la motivación es instantánea. Pongamos por ejemplo el deporte, si a un niño le gusta el fútbol, no habrá que levantarlo de la cama para jugar un partido un sábado… saltará solo. Es muy aconsejable que los adolescente se apasionen por algo sano, que les ocupe tiempo y requiera de ellos dedicación y compromiso.
  • Una vez que encuentren algo que les motiva, se les debe ayudar a buscar una conexión con aquello que NO les gusta pero tienen que hacer. Siguiendo con el deporte, un niño loco por el deporte que aborrece leer, puede empezar leyendo biografías de deportistas famosos, e incluso revistas de deporte. De esta forma se inician en la lectura, lo cual mejora el vocabulario, la ortografía y la expresión.
  • Enseñar a los adolescentes a ponerse METAS que constituyan retos para ellos: 
  1. Metas especificas: deben estar muy bien definidas, por ejemplo: “este año voy a hacer más deporte”. ¿Eso que implica?, ¿10 minutos diarios? ¿Vas a jugar al baloncesto?… La meta tiene que ser muy concreta: “Este año voy a ir a clases de tenis lunes y miércoles de 5 a 6”. Mientras más especifica, mayor compromiso.
  2. Metas alcanzables: tienen que ser realistas, que se puedan llevar a cabo, si no el efecto es el contrario, en vez de motivar, frustran: “Este año voy a ir a correr todos los días una hora”. Sin no has corrido en tu vida, el primer día aguantarás 5 minutos e incluso puedes acabar lesionado, porque no conoces la técnica… eso implicará casi seguro el abandono. 


¿PARA QUÉ?

Es la pregunta CLAVE en cuanto a motivación se refiere.
 Si la respuesta es inexistente o floja, 
el abandono de la actividad es muy probable. 

Si le preguntas a un adolescente ¿Para qué estudias?, la mayoría de las respuestas serán: para pasar un buen verano, para que mis padres estén contentos, para que mis compañeros me admiren, para conseguir un viaje que me prometieron… y los más responsables dirán: para cumplir con mi obligación, para aprender. Todos ellos son “PARA QUÉS” válidos para su edad, aunque no sean trascendentes. Muchas veces los adultos nos empeñamos en que vean más allá, y no está mal recordárselo, pero no olvidemos lo que son: ADOLESCENTES QUE VIVEN EL DÍA.  Lo importante  es que sus motivaciones vayan evolucionando a medida que van creciendo, hasta llegar a construir un plan de vida que les sirva como motor para actuar.

Hoy terminamos como empezamos, con catedrales. Gaudí, hombre de profunda fe, cuando aceptó el encargo de construir La Sagrada Familia tenía un “para qué” muy potente: “Ofrecer una explicación de las enseñanzas del  Evangelio”.Esto constituyó para él una motivación tan fuerte, que dedicó 40 años de su vida a este proyecto, que quedó inconcluso tras su muerte. Pero él tuvo claro en vida que esto sucedería,  y así se lo transmitió a sus colaboradores: 

  "No  es posible acabar el templo en una sola generación; dejemos pues una vigorosa muestra de nuestra huella, para que las generaciones venideras sientan el estímulo de hacer el resto de la obra"