miércoles, 23 de noviembre de 2016

Adolescentes y Alcohol

Que una conducta sea frecuente, no significa que sea correcta o deseable.

En esto creo que todos estamos de acuerdo. Sin embargo en lo que al ALCOHOL  se refiere, no todos somos consecuentes con esta evidencia. Muchos padres de adolescentes aceptan que sus hijos beban los fines de semana, en fiestas y eventos especiales, “solo una copita", que por cierto raramente se queda ahí. Con el alcohol se ha producido en la sociedad un gran cambio en las últimas décadas: no solo se ha adelantado alarmantemente la edad de inicio, sino que además ha aumentado drásticamente la cantidad de alcohol que se ingiere. La sociedad lo ha ido aceptando como normal, de forma que hasta que no se produce un hecho grave, no saltan las alarmas… quizás porque muchos padres piensan que sus hijos están seguros,  pero la realidad es que ningún adolescente está exento de este riesgo. 

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Para escribir este artículo, me he puesto en contacto con PROYECTO JOVEN, la sección especializada en adolescentes de PROYECTO HOMBRE. Además de ayudar a jóvenes que ya tienen un problema de  abuso o de dependencia grave, se dedican a informar  y asesorar a adolescentes  y a padres que no saben como abordar este tema, por lo que  están totalmente inmersos en la realidad del consumo entre los adolescentes del S. XXI. Ellos nos recuerdan que el ALCOHOL, por mucha aceptación social que tenga, no deja de ser una DROGA, que además de afectar a la salud a corto y a largo plazo, es un desinhibidor  que  pone a los chicos en situacines de riesgo, y los acerca  hacia la experimentación con otras sustancias como los porros, la cocaína y las pastillas.

De este modo no dudan en insistir:

TOLERANCIA CERO ANTE EL ALCOHOL EN ADOLESCENTES. 
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“Para que beban fuera, que beban en casa”

En conversaciones con padres preocupados por el tema, en más de una ocasión, me he encontrado con familias que con la mejor intención, consideran que beber con sus hijos, es una forma de enseñarles un consumo “sano” y prevenir problemas mayores. Eduardo Sánchez-Pizjuán, terapeuta de Proyecto Joven, explica que es una actitud equivocada y contradictoria. Permitiendo que beban en casa bajo supervisión paterna, estamos dando nuestra aprobación. Los chicos pierden el respeto al consumo de alcohol, una sustancia que, ya sea bebida en casa o en la calle, tiene un efecto muy negativo en el adolescente, que todavía está en pleno proceso de maduración. 

Tipos de consumo de alcohol

  1. Experimental: Consiste en probar el alcohol.
  2. Ocasional: Son personas que solo beben en ocasiones “especiales”: fiestas, ferias y eventos.
  3. Abusivo: Son consumidores habituales. No tienen por qué beber a diario, pero el alcohol forma parte de sus vidas. Aquí entran los bebedores de fin de semana.
  4. Dependencia: En este punto están las personas que no pueden vivir un día sin consumo de alcohol. En raras ocasiones se da en adolescentes, ya que se requiere un largo tiempo de consumo abusivo para desarrollar dependencia.          
Evidentemente no todo el que empieza probando el alcohol acaba siendo dependiente, 
pero también es evidente, 
 que el que acaba siendo dependiente, empezó experimentando.

 Proyecto Joven nos recuerda que todo consumo en adolescentes debe ser corregido,
pero si se llega al CONSUMO ABUSIVO,
 debemos ocuparnos seriamente
 y pedir ayuda profesional.

  Efectos del alcohol sobre el cerebro adolescente:

  • Disminución de la memoria: Un adolescente que abusa del alcohol (recordamos que aquí entra el consumidor de fin de semana), tiene una capacidad hasta un 10% menor de retener información en comparación con uno que no bebe.
  • Pérdida de atención. El consumo continuado afecta significativamente al mecanismo que permite a la mente sostener su interés en elementos externos.  
  • Disminución de la capacidad para tomar decisiones. Un chico en estado etílico, pierde notoriamente la capacidad de elegir ante todo tipo de situaciones. Ello es muy alarmante,  ya que justo cuando beben, es cuando se suelen encontrar ante dilemas que necesitan lucidez: relaciones sexuales, acercamiento a personas peligrosas, conducir,  tontear con otro tipo de drogas...
  • Debilitamiento del control de impulsos: Perder la capacidad de frenar los impulsos del momento, puede traer consecuencias serias, como violencia, peleas entre adolescentes, maltrato... En resumen reacciones desorbitadas que en otras circunstancias no se darían. 
La clave está en la prevención
  1. Asumamos que cualquiera de nuestros hijos, salvo que lo mantengamos encerrado hasta los 18 años en casa, va a estar en contacto con el alcohol. Asumamos también que un tanto por ciento muy grande de ellos va, como mínimo, a probarlo. Este análisis de la realidad “con los pies en la tierra”, es el punto de partida para formar a nuestros hijos. No miremos para otro lado. Aceptar la realidad nos permite ponernos manos a la obra con serenidad.
  2. En segundo lugar,  los adultos debemos convencernos de una vez por todas de la negatividad del consumo abusivo de alcohol. Se da la circunstancia, de que los padres de los actuales adolescentes, fuimos las primeras generaciones que vivimos un cambio en el uso y abuso del alcohol. Ello  tranquiliza erróneamente a muchos padres, porque el que más o el que menos, ha sido testigo de grandes borracheras de fines de semana, o lo ha vivido en primera persona. Sin embargo, desgraciadamente, todos conocemos a algunos que perdieron el control con consecuencias desastrosas.  ¿Quien te asegura que tu hijo será capaz de parar a tiempo, controlar su conducta y no desarrollar una dependencia? NADIE.  Volvemos a lo mismo, es una DROGA, que como tal produce dependencia física y psicológica.
  3. Una vez que nosotros tengamos claro que un adolescente no debe beber alcohol, recordemos que hasta los 18 años es incluso ilegal, transmitamos a los niños los efectos nocivos de esta sustancia. Es peligroso que asocien la borrachera exclusivamente  con la diversión. Y para ello utilicemos el arma más eficaz en educación: COMUNICACIÓN PADRES - HIJOS.
  4. Muchos adolescentes beben por pertenecer al grupo, por mejorar sus relaciones sociales o por perder la timidez. Forjemos desde la niñez la autoestima, las habilidades sociales y la seguridad en ellos mismos. Nuestra meta: Que no necesiten beber para relacionarse con sus iguales.
  5. Fomentemos desde pequeños aficiones saludables, que les mantengan ocupados y les diviertan de forma sana. Un  niño que practica un deporte todos los sábados temprano, se pensará mucho excederse con el alcohol el viernes…Para conseguir que se aficionen, deben empezar desde pequeños. Es muy difícil que tu hijo se comprometa con el deporte, la música, el  teatro o cualquier otra actividad, de la noche a la mañana.
  6. Pongamos normas claras en casa, y seamos consecuentes: Los adolescentes deben tener un horario de llegada a casa acorde con su edad. Además, tenemos que comprobar el estado en el que llegan y si detectamos alcohol, debe haber consecuencias.
Y siguiendo con la prevención, son especialmente recomendables las charlas que Proyecto Joven imparte en colegios e institutos, tanto para alumnos como para padres. Y si a pesar de toda la información que tu hijo recibe,  llega un momento en que la situación se complica,  no dudes en pedir ayuda profesional.

 Os dejo con un folleto de Proyecto Joven, con la tranquilidad de que están ahí para asesorar y ayudar cuando sea necesario. Ante la duda, no dejes pasar el tiempo, ponte en contacto con quien realmente sabe.

Proyecto Joven

C/ VIRGEN DEL PATROCINIO, No 2,

41010, SEVILLA

Telf: 954339440

E-mail: proyectojoven@proyectohombresevilla.com web: www.proyectohombresevilla.com 



lunes, 14 de noviembre de 2016

La agresividad infanto- juvenil. Tarea de todos

Cada poco tiempo nos llegan noticias de violencia infanto -juvenil que nos dejan sorprendidos y preocupados. Algunos consideran que es algo que siempre ha pasado, y que la diferencia está en que ahora se graba, se televisa y se denuncia. Otros consideran que es algo nuevo, que se nos va de las manos. Puesto que no se trata de simples discusiones entre niños, que efectivamente forman parte de la normalidad, no debemos perdernos en identificar en que momento histórico empezaron a producirse.  Lo importante es que a día de hoy, hay niños que sufren desmesuradamente a causa de otros, y hay niños que son causantes de dolor y  a los que parece no importarles.

El otro día una muy buena amiga mía me decía:
 Si mi hijo fuera víctima de otro niño lo pasaría muy mal,
 pero si fuera mi hijo el causante de dolor, creo que lo pasaría aun peor…

Esta debe ser la actitud de todos, pues cuando un niño hace sufrir de esa forma a otro, algo va mal… algo hay que cambiar. Gracias a Dios nada está perdido, siempre estamos a tiempo de rectificar en educación, pero es vital aceptar la realidad, y ponerse manos a la obra.

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¿ En que momento aparece la agresividad en los niños?

Entre los 2 o 3 años los niños pueden empezar a pegar, forma parte de su proceso evolutivo y su relación con el medio; es como llevarse todo a la boca, manipular cualquier objeto y experimentar. Es una conducta que surge en un intento de conseguir lo que se proponen, o de captar la atención de alguien. Por tanto es algo normal, pero que como muchas otras conductas que irán apareciendo, tiene que ser corregida, pues de otro modo, el niño asociará la agresión con una consecuencia positiva: “pego y consigo que me den el juguete, así que seguiré pegando”. Durante la etapa de primaria, empieza a aparecer la violencia tanto física como verbal por venganza, por celos y por un mal manejo de emociones.  Y ya  en la preadolescencia y adolescencia se producen picos de violencia, que un niño que ha aprendido en la niñez, sabe controlar en la mayoría de la ocasiones, dependiendo de la situación.

Factores que mantienen conductas agresivas a lo largo del tiempo

  • Sobreprotección durante la infancia. Por un lado, los niños que no son corregidos tienen muchas probabilidades de ser adolescentes agresivos. Así que lo que de niños era algo inofensivo, se convierte en un problema de relación. Por otro lado, el niño que ha tenido todo solucionado siempre, no ha aprendido estrategias para resolver sus problemas, luego ante las dificultades, utilizarà conductas propias de la primera infancia: pego para conseguir algo.
  • Estilo educativo en la familia: Es un hecho contrastado que en familias donde la disciplina es agresiva, los niños aprenden a relacionarse de esa forma. Si queremos corregirles para que no peguen a los demás niños, no podemos utilizar esa  misma violencia como castigo, es incoherente, estariamos diciendo una cosa, pero haciendo otra, y como sabemos, el ejemplo es el mejor educador. 
  • La desensibilización de los niños respecto a la violencia. Un niño que presencia continuamente actos violentos, ya sea en directo, en películas, o video juegos, tiene cada vez un umbral de tolerancia a la agresividad más alto, es decir, cada vez le afectan menos los actos violentos a sus alrededor. 
  • El factor genético también influye. El prestigioso neurcientífico Joaquin Fuster, considera que parte de la conducta poco social de los niños y jóvenes se justifica por una corteza prefrontal que aún no ha madurado lo suficiente. 

 ¿Que intención tiene un  adolescente violento?

  • Conseguir algo: Estos son los niños que no ha aprendido a negociar, y que solo saben relacionarse de esta forma. Deben aprender que hay otras formas más eficaces de conseguir lo que se proponen. Son niños que valoran mucho la ayuda, pues suelen estar aislados, son difíciles de tratar.
  • Conservar el rol adquirido entre sus iguales. Son niños que son considerados “matones” dentro de su grupo de iguales y ello les reporta beneficios y poder. Suelen actuar en grupo. Desgraciadamente han encontrado su hueco entre los demás niños de esta forma. Es un círculo que hay que romper, y reconducir  al niño individualmente para solucionarlo.
  • Defenderse de un mundo “hostil”. Son niños que perciben las circunstancias que les rodean como peligrosas, aunque el hecho no vaya dirigido contra ellos, o no tenga mala intención. Ello les hace estar continuamente a la defensiva. Este tipo de niños suele estar muy condicionado por experiencias pasadas. Deben aprender a interpretar certeramente la realidad. Para ello se suelen utilizar terapias cognitivas con buenos resultados.
  • Ver sufrir a alguien. Este tipo de niño disfruta viendo que una persona lo pasa mal. Suelen actuar solos, pues su afán no es otro que ver sufrir. Es el menos común, pero obviamente el más preocupante, necesita ayuda profesional inmediata. 


Evitar esta violencia es trabajo de todos. Debemos enseñar empatía desde pequeños: si eres capaz de ponerte en el papel del otro, evitas hacer cosas que le hagan daño. Es una forma de salir de uno mismo y ser sensible a las circunstancias de los demás. Tanto adultos como niños debemos actuar cuando vemos actos agresivos en plena calle. Debemos enseñar a nuestros hijos que avisar a un adulto de lo que está pasando no es “chivarse”, sino ayudar,  pues de otra forma el hecho no trasciende. 
Como parte de la sociedad, debemos admirar y fomentar los líderes que aportan paz y sensatez. Si nosotros lo hacemos, nuestros hijos valorarán más a sus compañeros pacíficos, y no permitirán que ningún “matón”  se convierta en líder.  No es cuestión de culpar a nadie, sino de trabajo en equipo…

"Las paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea de todos"
                                                                                                Juan Pablo II