martes, 5 de diciembre de 2017

Amistades Adolescentes

Decía Aristóteles: “el hombre es un ser social por naturaleza”. Y efectivamente, si observamos a los niños desde que tienen capacidad para interactuar, comprobamos que ya los bebés, buscan con la mirada la atención de los que les rodean, les tranquilizan las voces conocidas y responden con sonidos y gestos a conversaciones y expresiones que todavía no entienden formalmente, pero intuyen. Y es que el ser humano está destinado a desarrollarse rodeado de personas,  de las que obtiene gran cantidad de estímulos, y  por tanto oportunidades aprendizaje.  

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En la primera infancia la amistad generalmente es temporal, dura lo que dura el  juego que tengan entre manos, pero ya están aprendiendo a comunicarse, compartir y ayudar. Poco a poco el concepto de amistad va desarrollándose y pasando por etapas: quieren que todos hagan lo que ellos hacen, tienen un “mejor amigo”, aparecen las primeras peleas que “duelen”, empiezan a confiar y contar confidencias… y así hasta que en la adolescencia, los amigos se convierten en algo vital, y empiezan a pasar más tiempo con ellos que con sus padres. 
Amistades Adolescentes
En torno a los 10-12 años, se va despertando en los niños la necesidad de pertenencia a un grupo. Buscan compañeros afines a ellos, con los que se puedan identificar por formas de ser, hobbies y preocupaciones. En definitiva buscan la seguridad entre iguales, entre niños que están pasando por sus mismas circunstancias. Empiezan a valorar como rasgos principales de la amistad,  la lealtad, la  confianza y la sinceridad , pero como todavía están aprendiendo, se sienten traicionados con demasiada frecuencia, por lo que las relaciones pueden ser al principio turbulentas. Además al ser ésta, una época de encuentro personal, no es raro que cambien de grupo y de amigos, ya que están buscando su sitio. Por tanto empiezan siendo relaciones cambiantes, que a medida que van madurando se van haciendo más duraderas y estables,  hasta que la comprensión y el respeto van dejando atrás las “riñas”. 

Es necesario que los adolescentes aprendan a distinguir  entre amistades buenas y malas.  Si pertenecen a un grupo que les hacen sentirse incòmodos,  les obligan a comportarse de una forma que no es la suya, les hieren con sus comentarios, les hacen verse en situaciones que no les gustan, les coartan y no les respetan … DEBEN CAMBIAR. Un buen grupo de  amigos se basa en la libertad para expresarse con respeto, en el diálogo en el que todos hablan y todos escuchan. El ambiente debe ser generalmente  relajado,  y todos se deben sentir a gusto,  comprendidos y/o respetados.  Los buenos amigos se apoyan,  se animan y  se alegran de los logros ajenos, y cuando discuten, arreglan las cosas y vuelven a la normalidad. Se aceptan unos a otros como son, en definitiva,  una buena amistad da seguridad. 

¿Como podemos ayudar los padres?

  • Debemos proporcionar a los niños desde pequeños situaciones para que se relacionen con los demás. Es aconsejable que tengan otros espacios de socialización además del colegio. Mientras más amplio sea su círculo, más posibilidades tendrán de encajar con grupos de personas afines. 
  • Debemos conocer a los amigos de nuestros hijos. Invítalos a casa, habla con ellos, ofrécete a llevarlos en coche… cualquier oportunidad que te permita compartir tiempo y verlos en su ambiente merece la pena.
  • Debemos estar atentos, que no obsesionados, para detectar malas influencias. Cambios de conducta como estar muy irritable, nervioso, retador, evasivo, saltarse normas importantes, ir a sitios poco recomendables, llegar a casa en malas condiciones etc, nos deben hacer, cuanto menos, investigar que pasa. Si se confirman nuestras sospechas, habrá que hacer lo posible para separar a nuestro hijo del amigo o grupo perjudicial, siempre con tacto y propiciando alternativas, de otra manera no funciona.
Cuando los padres NO ayudan

A lo largo de mi experiencia, me he encontrado, en más de una ocasión, con padres que no se saludan como consecuencia de haber intervenido en una discusión entre los hijos de ambas familias, a pesar de que estos ya hacía tiempo que habían olvidado el asunto en cuestión. Los adolescentes viven todo en el extremo, y pueden ser íntimos amigos, en un segundo “odiarse”, e igual de rápido volver a ser amigos. Para ellos es algo natural, pero para los adultos no… Solo en casos excepcionales, en los que veamos que nuestro hijo está sufriendo por el trato vejatorio reiterado por parte de algún compañero, debemos intervenir, y ahí sí, de manera contundente. Siempre es aconsejable que sea a través de profesores, tutores, entrenadores u otras personas que sepan como actuar. En el resto de situaciones, como norma, un padre solo debe intervenir aconsejando, escuchando y ayudando a ver las cosas con perspectiva. 
Nuestros hijos deben aprender a resolver sus problemas por ellos mismos, y eso solo lo conseguirán si les dejamos actuar.


domingo, 12 de noviembre de 2017

Conócete y confía en ti.

Un hombre que entraba en el circo,  se sorprendió al comprobar que los elefantes solo estaban retenidos por una delgada cuerda atada a una estaca, no había ni cadenas, ni jaulas. Obviamente, tenían fuerza suficiente para romper las cuerdas y moverse con libertad, pero no lo hacían. Preguntó a su domador cuál era el “truco”, y este le explicó que, desde que los elefantes nacían, utilizaban el mismo tipo de cuerda para inmovilizarlos, y  siendo tan pequeños, aunque lo intentaran, eran incapaces de escapar. “Con el paso del tiempo”, decía,  
“los elefantes acaban creyendo que no pueden liberarse de la cuerda, 
así que dejan de intentarlo ”. 

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Como los elefantes de esta historia, las personas actuamos impulsados por la percepción que tenemos de nosotros mismos. Ésta se forma durante nuestro desarrollo, a través de las experiencias vividas y de la imagen que los demás tienen de nosotros, y como nos la manifiestan. Todo ello nos da una información que a la larga forma nuestra AUTOESTIMA. 

Al llegar a la adolescencia,
 se  produce una maduración cognitiva que nos permite analizar mas allá.
Empiezan a surgir las discrepancias entre 
CÓMO CREO QUE SOY, y CÓMO  ME GUSTARÍA SER

Querido adolescente: habrás oído miles de veces que estás en una época de múltiples cambios físicos y psicológicos, una época de turbulencias, y a veces así lo habrás sentido. Pero esto no es algo negativo, por el contrario es necesario, y una oportunidad. Durante esta etapa, ya no todo depende de factores externos o de los demás. Empiezas a tener en tus manos herramientas para vivir la vida de forma autónoma y modelar tu personalidad. Lo que construyas ahora te acompañará para siempre, Así que estás de suerte:
¡ Este es el momento justo para hacerte fuerte!

  • Para empezar, ten claro que todos tus miedos e inseguridades, los tienen también tus amigos y compañeros. Hay algunos que los controlan más y otros menos, pero ahí están. Hasta este momento, toda tu vida dependía de los adultos, y ahora empiezas a tener autonomía, y eso da vértigo… Aprovecha la circunstancia y demuestra que puedes hacer las cosas bien hechas por ti mismo, y así conseguirás creer en ti, y los demás también reconocerán tu valía.

  • Conócete y acéptate. Cada persona es única e irrepetible. Existe algo que se llama temperamento con lo que se nace, y que explica en parte por qué, ante las mismas situaciones, cada uno reacciona de una manera diferente. Es importante que sepas reconocer tus rasgos, y los asumas. Imagina que eres tímido, y te gustaría ser más lanzado. Ya tienes mucho ganado: sabes como eres y como te gustaría ser . Ahora puedes trabajar en ello.

  • No te compares con los demás, compárate contigo mismo. Esta es la única forma de avanzar. Siguiendo con el ejemplo de la timidez: imagina que decides ir dando pasos pequeños cada día para superarte: te obligas a preguntar en clase, te acercas a tus compañeros, te vas animando a empezar conversaciones… poco a poco  vas avanzando, con tu propio esfuerzo. Tienes que estar muy orgulloso de ti. Sin embargo si te comparas con tu compañero más extrovertido, que está en todos lados y charla sin parar,  nunca verás cambios… y eso es frustrante. Ten por seguro que ese compañero tiene su propia lucha, todos tenemos luchas.

  • Ponte metas realistas. Te encantaría cantar bien, pero la realidad es que te cuesta mucho coger el ritmo y desentonas un poquito… No dejes de cantar si te gusta, sin duda mejorarás, quizás no llegues a ser una estrella de la música, ( o sí, quien sabe… ),pero no te tortures.  Seguro que destacas en otras  muchas cosas, búscalas y foméntalas. 

  • Generalizar es un error. Si algo te salió mal en un momento determinado, no tiene por qué volver a salir mal. Si estudiaste matemáticas y suspendiste,  será porque tuviste un mal día, quizás  estudiaste de forma incorrecta o te confiaste. Ello no significa que siempre te vaya a ir mal en matemáticas. Solo significa que tienes que dedicar más tiempo o utilizar otra técnica. Unicamente eso.

  • Acepta las críticas hechas con cariño, pues de los errores se aprende.   La perfección no existe, y por tanto debemos aceptar que los demás tienen mucho que enseñarnos.  Es síntoma de madurez admitir equivocaciones. No eches balones fuera, eso no construye nada dentro de ti, sin embargo asumir tu responsabilidad y analizar la situación, hará que mejores. Te volverás a equivocar, pero no tengas miedo, todos metemos la pata, los adultos también…y no pasa nada.

  • Que no falte el humor en tu vida. ¡Ríete de ti mismo! Imagínate en una situación muy ridícula, por ejemplo: te caes en un charco de barro en mitad del patio delante de todos los chicos y chicas del colegio, acabas mojado y manchado de barro de la cabeza a los pies. Tienes dos opciones: te quedas sentado, pasmado y muerto de vergüenza, o a pesar de la verguenza, empiezas a reírte antes de que empiecen los demás… total… si de todas formas se van a reír, porque la verdad, la situación es bastante cómica... 

En psicología se utiliza el término “pensamiento limitante”. A través de experiencias pasadas, se crean ideas que te impiden avanzar. Es un fenómeno que se produce con frecuencia, y que debes aprender a identificar y a parar.  Por ejemplo: un amigo, que creías muy cercano, no te invita a su fiesta de cumpleaños. Te vienes abajo y piensas que no tienes amigos y empiezas a  aislarte. Pero esa no es una interpretación real, la única verdad objetiva es que ese amigo en concreto, en ese momento no te ha invitado. Duele y  entristece, pero no deja de ser un hecho puntual. Acuérdate siempre de los elefantes: cuando eran pequeños no podían romper la cuerda, y de mayores vivían paralizados porque creían que no podían moverse…

¡Conócete, confía en ti y nunca te paralices!





miércoles, 11 de octubre de 2017

La importancia de sentir.

"Hace ya mucho tiempo, en una tierra muy lejana, vivía un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso. Hacía todo lo que suelen hacer los caballeros buenos, generosos y amorosos. Luchaba contra enemigos, que eran malos mezquinos y odiosos. Mataba a dragones y rescataba a damiselas en apuros (…) Nuestro caballero era famoso por su armadura. Reflejaba unos rayos de luz tan brillantes, que la gente del pueblo juraba no haber visto el sol salir en el norte o ponerse en el este, cuando el caballero partía a la batalla (…) Con el tiempo, el caballero se enamoró hasta tal punto de su armadura, que se la empezó a poner para cenar, y a menudo para dormir. Después de un tiempo ya no se la quitaba para nada. Poco a poco su familia fue olvidando que aspecto tenía sin ella". 

El Caballero de la Armadura Oxidada, es una novela de  Robert Fisher, que narra las peripecias de un caballero medieval que, para demostrar al mundo y a sí  mismos lo fuerte y bueno que era,  ignoraba de tal modo sus emociones, que construyó una armadura a su alrededor. Ésta, con el tiempo, le impedía reconocerse y percibir los sentimientos de los demás, acabando prisionero de su propia armadura.


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La importancia de sentir

Está “de moda” ser fuerte, alegre, optimista a todas horas, en definitiva aparentar ser personas felices, sin preocupaciones ni dificultades. Todos sabemos que la vida no es siempre un camino de rosas, y sin embargo  mostrarse triste, enfadado, preocupado, culpable o avergonzado se considera muestra de debilidad. Solo es aceptable una emoción: la alegría. 
El caso es que esto no es real… NO ES NORMAL NO SENTIR, es inhumano. Las personas nos relacionamos  con el mundo a través de la razón y la emoción, y si intentamos prescindir de una de estas dos realidades, seremos seres incompletos. Muchos creen que ignorando los sentimientos “molestos” estos desaparecen, y lo que en realidad ocurre es que se camuflan. Con el tiempo, de una forma o de otra,  las emociones ignoradas dan la cara:

  • En forma de trastornos del estado de ánimo, como depresiones o ansiedad.
  • A través de somatizaciones: La mente y el cuerpo están íntimamente ligados y, como es lógico, lo que le ocurre a uno afecta al otro; algunos dolores de cabeza, estomacales y  musculares  por ejemplo, están asociados a emociones.


El valor de las emociones

Todas las emociones tienen su razón de ser. No se las puede catalogar como negativas o positivas, porque ninguna lo es en sí misma. Todo depende del momento en que se presenten y de como las percibamos y las afrontemos -igual de preocupante es estar triste sin motivo, que alegre ante una desgracia-. Las emociones se deben aceptar y escuchar, porque, cuando las manejamos de forma saludable, y las equilibramos con la razón,  su función es adaptativa:  

  • Nos permiten conocernos a nosotros mismos, saber lo que nos afecta positiva y negativamente.
  • Nos ayudan a reconocer las emociones de los demás y comprenderlas.
  • Nos acercan a los que nos rodean, estrechando lazos de confianza que nos facilitan pedir ayuda.
  • Nos alertan de que algo no va bien, y nos impulsan hacia el camino de la recuperación. Es una reacción natural, igual que el dolor físico.
  • Nos obligan a escucharnos a nosotros mismos, a parar y valorar lo que nos ocurre y, si es necesario, descansar emocionalmente.
  • Nos ayudan a tomar decisiones.
  • Nos empujan a realizar cambios necesarios en nuestra vida.

La forma y la intensidad de las emociones varían en función de las experiencias y de la carga genética. Por lo tanto son totalmente subjetivas, cada uno siente de una forma muy personal. La educación juega un papel importantísimo, y por ello debemos tener muy presente que es fundamental enseñar a nuestros hijos a expresarse emocionalmente en el momento y lugar justo y con la persona adecuada, así como a pedir ayuda sin miedo a ser tachado de cobarde o incapaz. 

Y terminamos con la historia con la que empezamos:
 El caballero al verse aprisionado por su propia armadura, pidió ayuda al mago Merlin, que a través de un largo viaje por parajes extraños y experiencias increíbles, le ayudó a quitarse de encima el peso que le había impedido sentir las cosas desagradables del mundo, pero también las maravillosas… Al concluir el camino, cuando quedó liberado, reflexionó: 

Casi muero por todas las lágrimas que no derramé… 



Nota: recomiendo encarecidamente El Caballero de la Armadura Oxidada, tanto para adolescentes, como para adultos. Es una obra enriquecedora, cortita, divertida y muy fácil de leer. 

jueves, 21 de septiembre de 2017

Si no los educamos nosotros...los educará el mundo.


“Cuando yo tenia 14 años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los 21, me parecía increíble lo mucho que había aprendido en siete años” 

Mark Twain 


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Todos los que somos padres, sabemos lo cansado que puede llegar a ser lidiar a diario con nuestros hijos.  Al principio, el cansancio es físico, pero a medida que van creciendo y dejan de vernos como el oráculo de la sabiduría, les cuesta comprender que, por nuestra edad y experiencia, sabemos un poquito más que ellos de la vida. A partir de ahí, el cansancio empieza a ser también psíquico… Y aunque consolarse con dificultades ajenas, como dice el refrán, es de tontos, no podemos dejar de admitir que, cuando uno lee afirmaciones como estas, escritas en el S.XIX, comprende que así ha sido siempre y así seguirá siendo. Entonces respiramos aliviados; no es una percepción personal, es  un hecho universal y atemporal: EDUCAR ES SACRIFICADO. La paternidad es así… No es obligatorio ser padres, pero una vez que decides formar una familia, aceptas (o por lo menos así debe ser ), que tu vida cambia para siempre, y tu escala de prioridades da un vuelco radical. Porque hasta cierta edad, su evolución depende de sus padres:

  SI NO LOS EDUCAMOS NOSOTROS…LOS EDUCARÁ EL MUNDO.

Impactante ¿no? Es una frase que oí el sábado, y que no por obvia me hizo pensar menos. En el mundo hay mucha gente buena, pero todos sabemos que los personajes que más influencia tienen sobre nuestros adolescentes, viven el día según sus deseos inmediatos, sin visión de futuro, sin proyectos o considerando que su “supuesta felicidad” está por encima de cualquier norma o código moral. La formación de nuestros hijos es nuestra mayor empresa, y si no le  dedicamos tiempo y esfuerzo, acabará haciendo aguas. Sus escalas de valores serán erróneas, o mejor dicho inexistentes, porque si algo caracteriza a la sociedad de hoy en día, es la indiferencia y el relativismo. Y es que hasta  para elegir referentes en la vida, se necesita formación. 
  
No hay recetas mágicas, ni manual de instrucciones. Tampoco hay padres perfectos, y por tanto nos equivocaremos, pero simplemente por  estar en ello, vamos por buen camino.  Para educar, primero hay que SER. No podemos predicar lo que no vivimos, ya que el día a día, es el marco natural en el  que nuestros hijos adquieren valores para sus vidas.

    Solo formando valores 
formamos personas

  • Tenemos que estar al día, la vida que viven nuestros hijos es diferente a la que vivimos nosotros. Tenemos que conocer el ambiente que se respira entre los niños de su edad para que nuestros esfuerzos vayan bien dirigidos. No podemos permanecer ajenos a las redes sociales estando nuestro hijos inmersos en ellas. Debemos conocer a sus amigos, saber por donde salen, como se divierten. Con toda esa información es mucho más efectivo aconsejar y guiar.
  • Ser padre, como cualquier otra empresa, requiere formación continua. La mayoría de las decisiones las tomamos  por intuición o por tradición, lo cual unas veces es muy efectivo y otras no. Asumamos que no lo sabemos todo, que lo que sirvió a  nuestros padres, en este siglo puede que no obtenga el mismo resultado, y lo que nos sirvió con nuestro hijo mayor,  con el pequeño quizás no valga. Es asombroso la cantidad de medios que proporcionan los colegios para ayudar, como escuelas de padres y charlas, y el número tan grande de padres que las desaprovechan, teniéndolas al alcance de la mano.
  • Los valores se adquieren desde pequeños, corrigiendo con cariño, a través de juegos y deportes, contando cuentos,  fábulas y con el ejemplo por supuesto. Si no empezamos en ese momento, no nos debe extrañar que en la adolescencia no sepan diferenciar lo correcto de lo incorrecto.  En ello debemos participar padres y madres, y lo primero que debemos hacer es ponernos de acuerdo en lo que consideramos una buena educación.
  • La elección de los colegios es fundamental. No debemos centrarnos exclusivamente en la faceta académica. Si no se fomentan  valores como el respeto, la paz, la solidaridad, la justicia, la amistad, el compañerismo, la honestidad, la voluntad y la responsabilidad, a mi, personalmente, no me sirve: tendría un hijo  diez  en  matemáticas o en idiomas, pero incapaz de desenvolverse en la vida siguiendo un código moral.  Además,  no olvidemos que los primero formadores somos los padres, y que no hay nada peor que la incongruencia entre lo que se dice en el cole y lo que se vive en casa. Tengamos esto en cuenta en nuestra elección. Debemos  involucrarnos, no vale dejar a los niños y desentenderse. 
  • Para educar en  valores, es vital cultivar la confianza padres- hijos. Para ello hay que dialogar desde niños con ellos. Incluso cuando metan la pata, no deben tener miedo a contarlo, y nosotros tampoco a escucharlo.  Todos se equivocarán algún día, y podemos transformar  el acontecimiento en oportunidad, pues muchos adolescentes (e incluso adultos) no escarmientan en cabeza ajena. De nuestra reacción, dependerá que nos vuelvan a contar algo de sus vidas. Es recomendable mantener la calma… y hablar con ellos de las repercusiones de su acto. Los gritos y tragedias no arreglan nada. Eso sí, una acción equivocada debe tener una consecuencia.

Por último, una reflexión: La educación no es una competición entre padres. Si educar es cansado, las conversaciones en las que cada padre “presume” de lo que no deja hacer a sus hijos, de lo buenos que son y de lo desastre que son los demás niños y los demás padres, es agotador. Una vez leí: Para poder hablar de los hijos de los demás, espera a que los tuyos tengan al menos 90 años…Pues eso, centrémonos en los nuestros y estemos en contacto con el resto de padres para  ayudarnos, pero nunca para presumir o juzgar. 


jueves, 20 de julio de 2017

Vacaciones. ¡Nos vemos en septiembre !

Llegados al final de julio, toca descanso. ¡Pero hay mucho que leer en el blog! Así que podéis poneros al día ;)
Os dejo con una canción que transmite "buen rollo". Que me perdonen los amantes del reguetón.... pero prefiero las letras más románticas...

Cuando me siento bien, del grupo canarión Efecto Pasillo
(Tuve la suerte de encontrarme con parte del rodaje del video, divertidísimo)
Mi frase preferida de la canción:
QUE SUERTE TENERTE
¡Seguimos en septiembre!


martes, 4 de julio de 2017

La mente en blanco


Imagina que estás ante un público numeroso en una reunión importante. Tienes preparado lo que quieres transmitir, y de repente notas que te sudan las manos, te duele la barriga, el corazón palpita fuerte y no sabes que decir. Mientras todos te miran esperando a que hables, no hay forma de que una palabra con sentido salga de tu boca. Consuélate, Adele, Scarlett Johansson o Hugh Grant también lo sufren o han sufrido , y a muchas personas anónimas les ha pasado en algún momento de su vida. Se llama miedo escénico, y el causante es la ansiedad. 

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Recién terminado el curso,  me parece buen momento para analizar con calma algo que oímos más de lo que quisiéramos los que trabajamos con niños, sobre todos con adolescentes. Ante un mal resultado académico, algunos estudiantes afirman que aunque se saben la materia, se bloquean ante la evaluación. Es lo mismo que le ocurre a algunos adultos, y es un hecho que nos desconcierta, porque a veces no sabemos como actuar. Por ello padres y profesores  debemos buscar la causa para poder ayudar, pues pueden ser muy diferentes y requieren un trato individualizado.

  • En ocasiones cuando una persona sufre un mala experiencia, desarrolla un estado ansioso que predispone al pánico ante situaciones similares. Una persona va por la calle y de pronto se desmaya. A partir de ese momento, sale  con miedo, preferiere ir acompañado, e incluso, en casos graves, decide no salir más. Ante la evaluación puede ocurrir lo mismo, después de una experiencia negativa para el alumno, puede desarrollar angustia. No todo el mundo reacciona igual, a unos no les afecta nada y a otros les cambia la forma de enfrentarse a estas situaciones.  Es un miedo anticipatorio que paraliza. 
  • Cuando una persona es excesivamente tímida, pasan por su cabeza muchos pensamientos negativos, se sienten continuamente observados y tienen pavor a equivocarse. Esto obviamente bloquea muchas acciones, y cuando estas pueden tener consecuencias importantes, aún más.

 Para estos dos casos, es muy aconsejable ayuda psicológica profesional.

 Para que el tratamiento funcione, debe estar coordinado con el colegio.




  • Hábitos de estudio inadecuados. Muchas inseguridades ante la evaluación, se producen porque, aunque se haya atendido y participado en clase y estudiado en casa, los conocimientos están grabados en nuestra memoria de una forma superficial. Ello ocurre porque se estudia solo de memoria, no se comprende bien,  se deja todo para el final y falta repaso. De este modo cuando intentamos “sacar” algo de nuestra memoria, la información está enmarañada con otras cosas que hemos estudiado, y al final se tiene la sensación de no saber nada. La solución no es otra que trabajar lo que escasea: hábito y técnicas de estudio. 
  • Malas condiciones físicas. Cuando se duerme poco es obvio que nuestro cerebro está cansado, y una mente cansada es poco ágil. Todos sabemos que es importante dormir lo suficiente, y sobre todo antes de ser evaluado. Esto va enlazado con el punto anterior, si se tiene un adecuado hábito de trabajo, no hay necesidad de dormir poco el día antes de un examen.
  • Alumnos excesivamente perfeccionistas que solo se conforman con un 10. Como están acostumbrados, gracias a su esfuerzo, a no tener dudas al contestar en clase o al responder a exámenes, cuando aparece algo que los saca del juego, corren el riesgo de agobiarse en exceso, y viene la mente en blanco. Debemos enseñarles a aceptar las debilidades y los errores, incluso un 6 o un 5 de vez en cuando les puede venir bien. Recordemos que los estudios son solo una parte de la vida. Si se asume, van mucho más relajado a examinarse.
  • Y por último, pero no menos importante,   el bloqueo del “cara dura”, dicho con todo el cariño del mundo… Este tipo de alumnos dedican poquito tiempo al estudio, y cuando llega el momento de demostrar lo que saben ¿Se bloquean? Más bien no saben por donde empezar. Quizás se saben algo, y no saben como encajarlo en la pregunta. Aquí la solución es clara, hay que ponerse a trabajar y dejar de echar balones fuera. Las excusas no valen y además confunden y preocupan  a los que quieren ayudarles.


Y  para terminar, una petición a los padres, entre los que me incluyo: Muchas veces nos conformamos con las excusas que nos dan nuestros hijos ante un mal resultado. Sin embargo los conocemos y sabemos de que pié cojea cada uno. Analicemos la realidad con objetividad, y así ayudaremos a dar en el clavo a la hora de ayudarles. No avanzamos dándoles la razón aún sabiendo que no la tienen, así los victimizamos.
Si el problema es serio, a por él, todo tiene solución.  
Pero si no lo és, más vale una llamada de atención a tiempo, que lamentarse cuando los malos hábitos estén ya arraigados.



martes, 20 de junio de 2017

No nos creamos tan necesarios.

Había una vez un rey, que se preocupaba mucho por su imagen. Un día, unos comerciantes le convencieron de que habían fabricado la tela más suave y delicada que se pudiera imaginar:

“Además, esta prenda”- añadieron- “es invisible para cualquier
 necio o incapaz para su cargo”

El rey les encargó presuroso su traje: -“¿Quién si no ÉL podría ser digno de tan especial ropaje?"- Sin embargo, le asustaba no ser capaz de ver la prenda, por lo que envió primero a dos de sus hombres de confianza a ver como marchaban los arreglos. Ninguno de los dos pudo ver nada, sin embargo  alabaron con gran entusiasmo las prendas, contándole  al rey cuan maravilloso era el traje que iba a recibir.
 El rey decidió estrenarlo en un desfile por toda la ciudad. Los comerciantes, que en realidad eran unos estafadores, le ayudaron a vestirse, fingiendo todos los ademanes necesarios, pues no había ropaje alguno. Y el rey, incapaz de admitir que no veía nada, ensalzaba la calidad de aquellas telas y lo bien que le sentaban.
Durante el desfile, toda la gente del pueblo piropeaba con grandes aspavientos el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:-“¡Pero si va desnudo!”-.
El emperador lo oyó y supo que tenía razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile. Mientras, sus súbditos repetían la frase del niño sin cersar,  riéndose de su rey. 


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    La humildad: lo opuesto a la soberbia
 La humildad tiene varias acepciones en la lengua española, pero aquí nos centraremos en la humildad como virtud.  Es la capacidad para conocernos a nosotros mismos con nuestros puntos débiles y fuertes, sin vanagloriarnos de ellos. Implica  reconocer errores, pedir perdón si es necesario y estar dispuesto a aprender siempre, pues nadie lo sabe todo. Para ello se acepta y valora a los demás, y se reconocen sus logros, independientemente de estudios, títulos y posición. 
A ser humilde también se aprende, pero hay un paso previo indispensable: LA ATUCONFIANZA. Todos conocemos a personas que creen estar en posesión de la verdad absoluta, que se preocupan en exceso de su imagen y por tanto narran sus méritos continuamente como si estuvieran en una entrevista de trabajo. Una persona con seguridad en ella misma no tiene esa necesidad. Por el contrario sabe que no es perfecto, no teme equivocarse, acepta opiniones ajenas y defiende las suyas sin miedo a meter la pata. Cuando uno es prudente y sabe pedir perdón, no debe temer errar.

Si el rey  del cuento hubiera tenido autoconfianza, 
no habría necesitado  demostrar cuan válido era, y por tanto…
 no habría desfilado desnudo ante sus súbditos.


Fomentemos la humildad  
  • La forma en que los niños son tratados en su casa, influye en su personalidad. Si viven entre algodones, creerán que tienen muchos derechos y pocos deberes. Esa situación, obviamente, no es extrapolable a la vida diaria, porque aunque podamos convertir a nuestros hijos en los reyes de la casa, de puertas para fuera, serán  niños como los demás. Y eso es lo que debe aprender, que no son ni más ni menos que nadie.   
  • Ayudémosles a aceptar que no todo los esfuerzos son reconocidos. Cuando los niños se acostumbran a que todo lo que hagan, sea importante o no, se celebre, corren el riesgo de creerse mejores que los demás, incluso con superpoderes. A largo plazo sufren, porque su trato hacia los demás refleja autosuficiencia, y ello produce rechazo.  
  • A través del deporte los niños aprenden a ganar y también a perder.  Obviamente salen a ganar, pero si pierden, deben saber analizar sus errores para mejorar en el futuro. De la misma forma, si ganan, deben saber ponerse en el lugar del otro, ser respetuosos  y asumir que la victoria no es para siempre. Esto es una enseñanza para la vida, pues en todos los ámbitos aparece el fracaso, y nada se gana echando balones fuera. Es mucho mas efectiva la introspección y la aceptación de nuestras debilidades, y  partir de ahí empezar a resurgir.
  • Animémosles a pedir ayuda a compañeros, todos tienen algo que aportar. Cuando uno cree que lo sabe todo y no atiende otras opiniones, acaba teniendo solo  su percepción, y por tanto le falta la información valiosa que le aportarían otros puntos de vista.
  • Y el ejemplo, ¡siempre el ejemplo! Deben ver que sus padres valoran el trabajo de los demás, dejan hablar, piden perdón, se alegran por los éxitos ajenos y no alardean.

Da miedo ver el endiosamiento al que están sometidos algunos grandes futbolistas. Y digo sometidos, porque les dedican tal cantidad de tiempo en los informativos y tales palabras de grandeza, que apabulla. Bueno me apabulla a mi, a ellos, inevitablemente, les crece. La palabra humildad proviene del latín humilitas, que se podría traducir como PEGADO A LA TIERRA. Así debe ser, eduquemos a nuestros hijos para que siempre tengan los pies en la tierra y comprendan que no son más importantes que los demás,  tengan lo que tengan o esté en donde estén. 

Como decía Don Bosco, fundador de la Congregación Salesiana: 
“no nos creamos tan necesarios”



martes, 30 de mayo de 2017

También hay gente buena

Una amiga comentaba el otro día que le gustaría que sus hijos vieran las noticias, para que estuvieran al día de la actualidad,  pero le resultaba muy difícil - “pues solo cuentan barbaridades”-  Tenía toda la razón…Si nos atenemos exclusivamente a lo que vemos en los medios, la vida está para encerrarse en casa y no salir: malos tratos, atentados, asesinatos, robos, secuestros, abusos, amenazas, corrupción… Corremos un serio riesgo de caer en el pesimismo y en la desconfianza en la humanidad, algo penoso, porque el ser humano está destinado a vivir en sociedad, y la vida con miedo es muy limitada.

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En un estudio reciente en Estados Unidos, se refleja que, aunque los crímenes en los últimos años han decrecido, son noticia de primera plana con más asiduidad que antes, por lo que la sensación general, es que hay más homicidios ahora que antes. Además hoy en día estamos expuestos a malas noticias queramos o no, las 24 horas del día y a veces en directo. Ante una catástrofe de cualquier tipo, obtenemos información auditiva y visual muy precisa.  Esto nos afecta a todos, de hecho ya hay psicólogos que recomiendan a sus pacientes con trastornos de ansiedad y/o depresión, una desconexión temporal de la  actualidad informativa, porque se ha demostrado que agrava sus estados de ánimo. 

¿Y que pasa con los niños?

Si para los adultos es muy difícil comprender ciertas cosas, para un niño lo es aún más, y si no se les ayuda a asimilarlas, pueden ver el mundo como algo peligroso. Esto afecta muy negativamente a sus relaciones sociales, porque desconfían de los demás aunque no les den motivos.  Su relación con el medio también se vuelve difícil, porque se hacen miedosos.  Los niños de cierta edad deben estar informados de lo que ocurre en el mundo, no pueden vivir en una burbuja, es parte de su desarrollo personal. Pero hay algunos aspectos que podemos cuidar para que asuman los acontecimientos con  templanza:

  • Ante un hecho desagradable, catástrofe natural, o cualquier notica impactante, debemos fomentar la conversación con ellos, para saber cuales son sus temores y explicarles lo ocurrido tranquilamente, con claridad y limitando los detalles según su edad. No necesitan saber todo en profundidad. Dejémonos llevar por sus preguntas, pues ellas marcan lo que les preocupa e interesa. De esta forma ni nos quedamos cortos, ni nos pasamos con la información. 
  • Además, debemos contextualizar las noticias, para que las entiendan en su marco natural. En muchas ocasiones, conseguiremos reducir la ansiedad que les produce, y evitaremos que dejen volar su imaginación, construyendo en su mente una  historia que no existe.
  • En todos los episodios dramáticos, hay personas solidarias que se desviven por los demás. Es un buen ejercicio investigar que están haciendo estas personas, pensar que podríamos hacer nosotros, y si hay posibilidad de colaborar en algo asequible  para los niños, impulsarles a hacerlo.  
  • También es buen momento para buscar ejemplos de superación de personas que han pasado por situaciones similares y han salido de ellas. Hay muchos testimonios de personas, que sin buscarlo, son ejemplo de lucha para muchos. Personas que han conseguido dar la vuelta o suavizar situaciones dramáticas que otros darían por perdidas. Fomentemos la espiritualidad y el optimismo.
  • Y como siempre, demos ejemplo. Si no paramos de hablar de tragedias, nuestros niños hablarán de lo mismo.  Si somos miedosos y lo demostramos, nuestros hijos serán miedosos.  

Efectivamente, pasan cosas horribles en el mundo, y debemos ser prudentes.  Pero también ocurren otras muchas cosas muy buenas, que demuestran que la mayoría de la gente es “normal” e incluso algunas fuera de lo normal:

El pasado fin de semana escuché en la radio una historia extraordinaria: Un matrimonio norte-americano con cinco hijos, de clase media, acogió y posteriormente adoptó, a seis hermanos cuyos padres no podían atender, pues llevaban una vida peligrosa. Para los padres adoptivos, era una premisa no separar a un grupo de hermanos, así que pasaron de ser una familia con cinco hijos, a una con once.  

No se a vosotros que os parece, pero creo que esto es una noticia en toda regla. La generosidad  y sensibilidad inmensa de esta familia, es muy poco común,
 y demuestra que
TAMBIÉN HAY GENTE BUENA.



miércoles, 10 de mayo de 2017

Noviazgos tóxicos



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Hace unos meses, presencié una discusión muy fuerte entre una pareja de unos 16 -17 años. Era una calle con poco tránsito, y el chico con un tono muy agresivo, le decía a su novia entre empujones, frases del tipo: “no me mereces”, “no mereces que nadie te quiera”, “te vas a quedar sola en la vida”, “yo defiendo lo mío” , “delante de mis amigos te callas”…
El MUNDO publicó la siguiente noticia en junio de 2016: Se multiplican por 10 los casos de menores que sufren violencia de género. Este es solo unos de lo muchos artículos que hay sobre el tema, tantos como estudios que así lo demuestran. Llama la atención que en pleno siglo XXI, cuando se supone que las mujeres nos hemos “liberado” y se han reconocido nuestros derechos, una niña de 16 años aguante cabizbaja esta agresividad. Sorprende también que un chico, de la misma edad, sea capaz de tratar así a una niña que se supone que quiere. Y preocupa leer en dichos estudios, que muchas chicas adolescentes mantienen relaciones con sus novios por miedo a que las abandonen. 

Cuando se analizan las causas de este repunte, vemos que hay una serie de factores que están influyendo claramente. Aunque la mayoría de los maltratos se producen de hombre a mujer, sobre todo los físicos, por razones obvias, también hay mujeres que tratan mal a sus parejas, mediante la vejación y la humillación. Desde esta perspectiva vamos a revisar los datos, pues está claro que algo falla en la formación emocional de nuestros jóvenes.

  • Para empezar, todos los estudios indican que en España se han adelantado las primeras relaciones sexuales a los 13 años en niños y 14 en niñas. Hay muchos factores educacionales y sociales que influyen en el inicio, pero independientemente de ellos, y dando por hecho que este dato es una media, es una realidad palpable que los niños de hoy  están más sexualizados que los de generaciones anteriores. Esto hace que se enfrenten a situaciones de adultos, con una madurez insuficiente, enrolándose en relaciones de pareja “serias” sin formación ni criterio para llevarlas adelante. Como consecuencia muchos de ellos no saben distinguir una relación sana, de una tóxica y consideran normales frases como las del inicio del artículo, creyendo que solo se les trata mal, si hay agresividad física.
Resultado: su confianza va mermando y su dependencia va creciendo

  • Para muchos adolescentes el amor romántico lleva implícito LOS CELOS. Como recuerda  el Psicólogo Forense Javier Urra, la celotipia es una patología, que afecta a la forma en que la persona enfrenta sus miedos e inseguridades. Además aparecen distorsiones cognitivas y como resultado  se ven cosas donde no las hay, lo que coarta y amedranta a la otra persona. Por tanto, no solo no son normales los celos en una pareja, sino que constituyen un problema grave. Cuidado con el ejemplo de casa. 

  • Las nuevas tecnologías han hecho posible el control 24 horas. Muchos jóvenes consideran normal,  como un signo de preocupación, y de interés, que sus novios/as quieran saber donde están y con quien a todas horas del día. Para ello el móvil es un instrumento muy valioso, pues hace posible ese control. A esto añadimos las conversaciones por escrito y fotos que se mandan entre ellos, y que se quedan grabados, siendo utilizados por algunos, para humillar o chantajear a sus parejas cuando la relación ha terminado.

La forma en la que se manejen las primeras relaciones, marcan las relaciones futuras. Debemos transmitir a nuestros hijos valores para relacionarse con los demás con respeto y cariño. Fomentemos la dignidad propia y ajena, la voluntad, la paciencia, la seguridad en sí mismos, la autonomía,  la amistad, el pudor, la generosidad y el amor. Hablemos con ellos, nos sorprenderán algunas de sus creencias. No olvidemos que, queramos o no, están rodeados de series, películas, canciones, realities y anuncios que les transmiten una idea del amor equivocada. 


Deben tener criterio para elegir a las personas que quieren tener a su lado

Tienen que tener claro lo que es normal y bueno en una relación y lo que no lo es, y alejar de sus cabezas la idea de que el amor todo lo cambia. Como Javier Urra nos indica, el maltrato no es un estado mental transitorio, es un estado vital, una forma de vida. Luego una persona que veja a otra, es muy difícil que cambie, porque ya forma parte de su personalidad. De cualquier forma, no son ellos los encargados de cambiar al otro a través de un noviazgo venenoso, solo un profesional lo puede tratar. 

Debemos enseñarles a ser buenas personas, pero también a 
alejarse del que no lo es.




lunes, 24 de abril de 2017

Cuando el adolescente está "más nervioso de lo normal"

Imagina que estás nadando plácidamente en el mar , relajado y sin preocupaciones. De repente ves una aleta de tiburón a lo lejos. Tus músculos se tensan, todos tus sentidos se activan en busca de un lugar seguro, y tu sistema locomotor se pone en marcha de  forma que  nadas a una velocidad para la que ignorabas que estuvieras preparado.  Consigues llegar a un barco y te pones a salvo. Durante un tiempo tu cuerpo y mente siguen en modo “alerta”, preparados por si vuelve el peligro, por lo que  no vuelves a estar relajado hasta pasado un tiempo prudencial. 



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La ANSIEDAD es la respuesta natural del organismo cuando se siente amenazado. Permite que todos nuestros recursos estén preparados para solventar una situación de peligro, por tanto cumple una función adaptativa y necesaria. El problema surge si la ansiedad se activa, o se mantiene, cuando no hay ningún elemento de riesgo: 
Estás solo en la piscina de tu casa, 
y por tanto no hay posibilidad alguna de que aparezca un tiburón…
 pero sin embargo tu cuerpo y tu mente están  alerta, como si algo peligroso estuviera a punto de ocurrir.
La adolescencia es una época de cambios físicos y psicológicos que genera inseguridad, necesidad de aprobación, de pertenencia al grupo e inestabilidad emocional. Es algo necesario y pasajero, que prepara al niño para pasar a la vida adulta. Surgen comportamientos y reacciones que a muchos padres sorprende, asusta y enfada, y que también implica un proceso de adaptación para ellos, pues ya no tienen a un niño “manejable” entre manos . Es una época en la que, aparte de seguir formándolos igual o más que antes, en vez de preocuparnos, debemos ocuparnos en que los niños sigan su rumbo con buenas guías. 

Cuando el adolescente está “más nervioso de lo normal”

Sin embargo algunos niños viven estos cambios con excesiva angustia, por lo que se incrementa el riesgo de que aparezca la ansiedad patológica. Solo un profesional puede hacer un diagnóstico de un trastorno de ansiedad, pero hay algunas pistas que nos pueden servir de aviso: excesiva irritabilidad y cambios de humor, descenso brusco del rendimiento escolar, evitación de situaciones en las que antes disfrutaba, nervios exagerados ante exámenes, preocupaciones infundadas, palpitaciones, frecuentes dolores de cabeza y de barriga, tics, tensión muscular… 

Existen unos factores de personalidad previos que favorecen que esto ocurra a unas personas y a otras no. Pero igual de importante que estos, son algunos aspectos externos que debemos cuidar para prevenir:

  • Vivimos en una sociedad tan competitiva, que muchos adultos ejercen  una excesiva exigencia sobre los niños, porque creen que es la manera de asegurarles el éxito futuro.  Debemos recordar que la perfección no existe, así que no podemos pretender tener hijos perfectos. Además uno de los valores que facilitan la salud emocional es la flexibilidad, cualidad que suele olvidarse cuando se pretende tener todo bajo control.
  • Involuntariamente muchos adultos transmitimos nuestros miedos a nuestros hijos, por lo que ellos perciben el mundo como algo peligroso. Todos estamos de acuerdo en que hay peligros con los que antes no contábamos, pero no se puede vivir temeroso. Deben ser prudentes pero no miedosos. 
  • Aprendemos a relacionarnos con los demás a través de la experiencia y del modelado, es decir,  observando como se relacionan nuestras personas de referencia. En la medida en que vamos desarrollando nuestras habilidades sociales, vamos creando y manteniendo valiosas relaciones. Esto constituye una fortaleza para afrontar la adolescencia, época de turbulencias también en lo que a relaciones sociales se refiere. 
  • Cuantas veces, ante emociones muy negativas, se invita a los niños a ser fuertes y “no llorar”. Evitar expresar lo que uno siente no es ser fuerte. Ser fuerte es aguantar el chaparrón y ser capaz de salir lo mejor posible, pero para ello muchas veces hace falta pedir ayuda. Si no se les anima a expresar sus emociones, ¿como van a pedir ayuda? Ocurre mucho en esta época, que el adolescente lo esté pasando mal, y solo nos damos cuenta cuando “explota”.  No se trata de fomentar la queja constante, pero existe un termino medio muy sano: tener la seguridad y la confianza de contar tu malestar a personas cercanas, y ello hay que fomentarlo desde la infancia. 

Cuando en un adolescente se detecta un  trastorno de ansiedad, es importante no pasarlo por alto, y pedir ayuda profesional, así evitamos que se cronifique o desemboque en otro tipo de trastorno. Generalmente se trata con terapia cognitiva- conductual, acompañada a veces por tratamiento farmacológico durante un tiempo. Mediante esta terapia, se  enseña y se practican técnicas para controlar los factores personales que desencadenan la ansiedad, así como a calmarla en caso de que aparezca. A muchos padres les cuesta dar el paso de pedir ayuda psicológica, pero la realidad es que un niño o adolescente que aprende herramientas para afrontar la ansiedad, ha adquirido algo muy valioso para toda la vida. De hecho cada vez hay más colegios que se están formando para enseñar como gestionar emociones a los niños, algo que para la vida es igual o más importante que las matemáticas… 
Todos los que trabajamos con familias, observamos que muchos padres se sienten culpables cuando aparece un trastorno psicológico. Este sentimiento se da especialmente en los padres que están muy pendientes de la educación de sus hijos. Nadie nos enseña a ser padres, y la mayoría intenta cuidar y criar a sus hijos de la mejor forma posible, pero hay muchas variables a controlar, y los padres perfectos tampoco existen. Así que fuera culpas y a poner remedio. ¡Todo tiene solución!




lunes, 20 de marzo de 2017

Las relaciones humanas en el S. XXI


Que difícil educar y formar a los niños de este siglo. Cada época de la vida ha tenido sus dificultades : guerras, hambrunas, esclavitud… Seguramente si nuestros antepasados levantaran la cabeza se reirían de nuestros obstáculos, o no… quien sabe. Resulta que los padres de hoy , tenemos que preparar a nuestros hijos para desenvolverse en una sociedad en la que el fin justifica los medios, y donde todo, absolutamente todo, es cuestionable. Una sociedad que considera que la falta de educación es una muestra de libertad, y donde se anima a los jóvenes a probar todo, sin visión de futuro, y sin filtro. Lo contrario se considera sometimiento y represión… 

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Hoy dedico este post directamente a los adolescentes, los adultos del futuro.

Tenéis la suerte de poder relacionaros con todo tipo de personas, de diferentes países, múltiples culturas y realidades vitales dispares. Esto es una riqueza, porque os permite contemplar la vida desde otra perspectiva. Cuando se conoce a personas de todo tipo, y se hace un esfuerzo por ponerse en su lugar,  se deja de juzgar gratuitamente. Ello no implica renunciar a tus principios, sino ser más comprensivo con los que te rodean, y abrir tu mente a realidades alejadas de la tuya.  Un grupo de personas puede ser muy diverso, y sin embargo tener buena sintonía, siempre que no se traspasen ciertas barreras que son la base de las relaciones. Porque, a pesar de las últimas tendencias, los límites existen… 

NO TODO VALE:  
Es imprescindible que distingas lo correcto de lo incorrecto:

No vale pasar por encima de los demás buscando el éxito personal.


No vale ridiculizar creencias que son el eje de la vida de otros.


No vale discriminar a alguien por ser diferente.


No vale comportarse como si estuvieras solo en el mundo, eso no es libertad.


No vale imponer una única forma de vida y despreciar las demás.  


No vale  calumniar, bajo ningún concepto.


No vale agredir, no vale insultar, no vale amenazar. Ninguna causa justifica la violencia.


No vale catalogar a las personas, e invalidar su opinión porque no coincide con la tuya.

No vale mirar para otro lado cuando ofenden o agreden a otra persona.

No vale creerse superior y comportarse como tal.

  • Respeta. Ardua tarea, dado que últimamente cuando no estás de acuerdo con alguien, te asignan un bando: o estás conmigo o estás contra mi. Cuando las posiciones se radicalizan, desaparece la flexibilidad y aparecen los conflictos. Los seres humanos nos unimos por afinidades, no es obligatorio ser amigo de todo el mundo, pero el respeto si es obligatorio, por muy incompresibles que nos parezcan sus ideas o proyectos vitales. Respetar no implica estar de acuerdo, incluso se puede estar muy en desacuerdo, pero todas las personas merecen ser tratadas con respeto, cuida tus palabras y tu actitud. Expresar tu opinión sin herir es vital para la convivencia. No olvides que dependiendo de como te expreses puedes ser atendido, ignorado o incluso atacado.
  • Imposible respetar si no te respetas a ti mismo. Defiende tus ideas, tu visión de la vida, y para ello no dejes de formarte. No tengas miedo a escuchar opiniones diferentes a las tuyas, ni a plantearte dilemas: no tengas miedo a dudar. Cuando uno profundiza en sus creencias, sale reforzado. Así que pregunta, busca ejemplos que te inspiren, y ten siempre espíritu crítico, porque no todo lo que se lee o lo que se oye es igual de válido, INFÓRMATE.  No te dejes apabullar, aún sabiéndote en minoría. No hace falta que des lecciones con “el dedo en alto” a compañeros con caras de aburrimiento. Tu actitud es definitiva; una persona íntegra, consecuente y serena desprende una fuerza que provoca respeto. Un respeto mayor que el que se intenta conseguir a través de monólogos.  

     
Y para terminar un apunte sobre LAS MAYORÍAS. 

Hace poco oí en un debate, como argumento para defender lo indefendible, lo siguiente: -¡la mayoría no puede estar equivocada!- Os invito a investigar sobre grandes errores, e incluso masacres, que se han producido a lo largo de la historia, aprobadas o permitidas por la mayoría. En sociología es conocido el  “Efecto masa”: una persona dentro de un grupo es capaz de hacer y decir cosas que en solitario nunca haría o diría. Se ha estudiado también el fenómeno llamado “Responsabilidad diluida”: cuando la responsabilidad está en manos de un grupo, muchos dan un paso atrás porque no quieren contradecir al resto, posicionarse o simplemente llamar la atención. Peligrosa combinaciónMe dejo llevar por el grupo + eludo mi responsabilidad.
Merece una reflexión.
Tenéis el mundo en vuestras manos.
¡A por él!