miércoles, 11 de enero de 2017

La peor decisión es la que no se toma

Ante cualquier momento de decisión, lo mejor que puedes hacer es lo correcto, lo siguiente mejor lo incorrecto, y lo peor que puedes hacer es NADA”
                                                             Roosevelt

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Indudablemente la toma de decisiones es un proceso difícil que marca el rumbo de la vida de todos, y que forma parte de nuestro día a día, pues abarca desde temas sencillos, como qué comer, hasta trascendentales, como: estudios, trabajo, matrimonio, hijos, cambio de trabajo etc…

Toda decisión importante trae consigo cierta ansiedad, pero mientras algunos reaccionan con calma y eficiencia, otros son llamativamente indecisos. 

Ante decisiones trascendentales, hay quien entra en pánico, y en consecuencia huye. O simplemente se bloquea, aparcando en su mente el tema en cuestión, dejando el transcurso de su vida a merced de las circunstancias que acontezcan. 
Las razones que nos dificultan la toma de decisiones importantes para nuestras vidas, son muy variadas. A todos nos gustaría tener el 100% de seguridad de que  nuestra elección es la adecuada. Con este pensamiento damos por hecho que hay una opción perfecta para cada dilema, ¡Ojalá!  Si eso fuera así, desaparecerían las inseguridades. Pero la vida es dinámica y flexible y por tanto nada ni nadie te puede asegurar el acierto. El miedo al cambio juega también un papel fundamental. A veces la situación en la que una persona se encuentra le hace infeliz, pero se acomoda en ese malestar, y  aún teniendo opciones, se resiste a valorarlas. Por otro lado, la mente humana a veces entra en un circulo vicioso que le hace dar vueltas y vueltas sobre el mismo tema, de forma que se satura, y las soluciones cada vez se ven mas lejanas y negativas.   

Como en todos los ámbitos de la vida, el orden mental ayuda de manera determinante a decidir. Por ello cuando una persona ha entrado en bucle y el proceso de toma de desiciones se  convierte en una montaña insalvable, hay una serie de pautas que ayudan a estructurar el pensamiento y de ese modo eliminar la ansiedad:

  1. Diferencia entre DESEO y DECISIÓN. El que tiene un deseo es un mero observador. Sin embargo el que toma una decisión, inicia una acción, se pone manos a la obra. ¿Tienes un deseo? ¿O realmente quieres o necesitas tomar una decisión?
  2. Escribe en un papel, a mano, tu lista particular de decisiones por tomar. El tenerlo por escrito elimina la sensación de “hay algo que tengo que hacer y no me acuerdo ” y te impulsa a actuar.
  3. Nunca olvides tus principios, debe ser el factor principal en toda valoración de posibilidades.
  4. Toma decisiones inteligentes, esto es: toma la mejor decisión con los recursos disponibles. Cuantifica y valora los recursos reales que tienes, y utiliza tu creatividad para visualizar posibles opciones.
  5. Infórmate. No te conformes con lo que tienes a mano, investiga, consigue tener una visión rica de todas las opciones.  
  6. Recibe consejos. Hay personas que han tenido que decidir igual que tu, y pueden ayudarte. También hay gente empática capaz de ponerse en tu lugar pero manteniendo  la objetividad, y esa distancia emocional  ayuda. Por último hay quien ayuda a decidir como parte de su labor profesional… en definitiva cuatro ojos ven mas que dos.
  7. Puesto que no hay una única opción buena, examina cada una por separado evaluando sus consecuencias a medio y largo plazo. Para ello hazte preguntas potentes: ¿qué te apasiona tanto que no te exige esfuerzo? ¿qué odias? ¿qué te motiva? ¿cual es el motor que te mueve a actuar? …
  8. Ve descartando opciones después de analizarlas, y una vez descartadas, no vuelvas atrás, entrarías en bucle de nuevo.
  9. Ponte un plazo para decidir. Alargar mucho el proceso puede acabar en abandono.
  10. Una vez que decides, pon todo tu esfuerzo y pasión en ello. Prohibido enfrascarse en pensamientos sobre lo que hubiera pasado si la decisión hubiera sido otra. No te lleva a nada, pues nunca lo sabrás.

Hoy terminamos como empezamos, con otro presidente de los Estados Unidos: Dwight Eisenhower. Ha pasado a la historia como un hombre extraordinariamente productivo en todas sus facetas, de tal  manera que sus métodos de trabajo han sido estudiados en profundidad. Su estrategia de productividad más famosa es conocida como La Caja de Eisenhower, una herramienta para la toma de decisiones que se puede usar en el día a día, y que separa las acciones en cuatro posibilidades diferenciando lo urgente de lo importante:

Si es urgente pero no importante: delega 
Si es urgente e importante: hazlo tu mismo de inmediato.
Si no es urgente pero es importante: mételo en tu agenda personal.
Si no es urgente ni importante: olvídalo.






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