jueves, 5 de abril de 2018

Fomentar la paciencia en tiempos de inmediatez

Cuenta una leyenda japonesa, que un agricultor plantó una semilla de bambú. La abonó y la regó diariamente, pero durante mucho tiempo no pasó nada. En realidad, no pasó nada con la planta durante los primeros siete años, hasta el punto de que, un cultivador inexperto habría abandonado la planta, convencido de haber comprado semillas en mal estado. Sin embargo, él esperó y esperó, porque sabía que el cultivo del bambú requiere paciencia. Al  séptimo año empezó a crecer, y  en sólo seis semanas la planta de bambú alcanzó más de 30 metros. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, el bambú genera un complejo sistema de raíces que le permite sostener la enorme planta que está por nacer...
Si el agricultor la hubiera dejado de cuidar,
 nunca la habría visto florecer. 

Shutterstock

La Paciencia es una cualidad con unas connotaciones esenciales para el bienestar emocional de cualquier persona. De hecho la falta de paciencia provoca inquietud, desesperación y en última instancia estrés, que sostenido en el tiempo,  puede convertirse en patológico. Pero los tiempos que corren no fomentan precisamente esta virtud, pues hoy en día la inmediatez prima y por tanto la tolerancia a la frustración ha bajado notablemente. Pensemos simplemente en como han cambiado los tiempos en la comunicación: Hasta hace no mucho, si queríamos localizar a alguien, lo llamábamos al teléfonos fijo, si no estaba en casa, dejábamos recado y esperábamos llamada de vuelta.  Hoy en día si quieres contactar con alguien, lo llamas a su móvil, y si no te contesta, le mandas un whatsapp, o al revés.  Así que tu interlocutor recibirá  al instante tu o tus mensajes, así como el aviso de llamada perdida (de todas las que hayas hecho…), por lo que en poco tiempo recibirás respuesta, y en caso contrario… pensarás que algo raro ha pasado.

 Hemos ganado efectividad al mismo tiempo que hemos perdido paciencia

Nos hemos acostumbrado a un nivel de inmediatez tal, que la espera nos produce ansiedad…y ello afecta a todos los niveles de nuestra vida, desde la educación de nuestros hijos, hasta nuestra vida laboral. A veces se nos olvida que, para lograr muchos de nuestros objetivos, se requiere tiempo y perseverancia. De esta forma lo conseguido no será  fugaz,  sino permanente en el tiempo. 
El peligro del ritmo que llevamos, es que es altamente “contagioso”, sobre todo para los que dependen directamente de nuestras acciones y reacciones: NUESTROS HIJOS.  En muchas casas a lo largo del día se oye continuamente: corre, vamos, deprisa, ahora mismo, termina etc… generándose un ambiente acelerado que no favorece que nuestros hijos aprendan a hacer las cosas con sosiego y a esperar pacientemente. 

  • Los niños cuando nacen no tienen sentido del tiempo, cuando quieren algo lo quieren ya, e insisten llorando o gritando hasta que lo consiguen. Sin embargo si nosotros como padres satisfacemos todo de inmediato, ellos no aprenden a esperar. La recomendación es atenderles con tranquilidad cuando son bebés, y cuando ya nos comprenden, ponerles un tiempo de espera acorde con la edad y la situación : Te lo daré cuando termine de hablar por teléfono. 
  • A medida que crecen, aparecen deseos de cosas materiales. Es poco aconsejable que los niños consigan lo que quieren en el momento que lo quieren. Es positivo tener en cuenta las fechas importantes que se acercan, o ponerles metas para conseguirlo: su cumpleaños, los Reyes Magos, conseguir tener tu cuarto ordenado durante un determinado tiempo,  terminar de leer un libro… Además de valorar muchos más las cosas que reciben, aprenderán a esperar.
  • Hay actividades atractivas para los niños que requieren paciencia y calma para conseguir un buen resultado: la pesca, la costura, la pintura, instrumentos musicales, deportes… Solo con perseverancia se consiguen objetivos, fomentémoslo.

Merece la pena una reflexión sobre nuestro estilo de vida. 

En muchas familias los días de la semana están totalmente planeados de principio a fin, incluidos lo fines de semana. Ello necesariamente origina rigidez y prisas, porque hay que llegar a todo. Hay una pregunta que nos  debemos hacer: ¿que pasaría si quitáramos una actividad de la agenda de nuestros hijos? ¿y si la quitamos de la nuestra? No sorprenderemos al comprobar que NO PASA NADA,  por el contrario ganamos todos en flexibilidad, con lo que  ello conlleva.
Poner en práctica conscientemente actitudes que ayuden a fomentar la paciencia en el hogar es necesario, ya que a lo largo de la vida aparecerán situaciones que requerirán espera obligatoria. Hay muchas cosas que no dependen de nosotros, y debemos estar preparados para afrontarlas con la máximo paz posible, y la impaciencia es enemiga del paz.

“La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia  la debilidad del fuerte”
                                                                                                  Inmanuel Kant


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